El domingo en lo personal y
durante la semana pasada en general, se han mencionado los ya conocidos
acontecimientos de nuestro país, el insigne México, en donde se ha ratificado
el regreso del Partido Retrograda Intolerante (PRI) al gobierno, se le han
otorgado seis años más a una bandada de políticos y funcionarios “menores” con
procederes punibles para llevar las riendas de un país en general caótico en
cualquier gobierno. Seis años para administrar el dinero que se recauda de los
que trabajamos para sustentar a nuestras familias, de los empresarios y de lo
que la naturaleza de este país les otorga, petróleo, plata, etc. Así es, ellos
lo van a administrar desde el ejecutivo con sus secretarías y demás entes
gubernamentales, repartirán el dinero por medio de “políticas públicas”, de
programas sociales, económicos, de infraestructura y obras, de sueldos,
buscarán adaptar en leyes, desde el legislativo, lo más conveniente para el
pueblo, incluidos los de a pie y los empresarios, los mexicanos pues. En teoría
esto suena sencillo, administrar, gobernar un país, pero en cuanto a práctica
se refiere, no lo es y menos cuando ese país tiene protagonistas complejos y egoístas
como empresarios, partidos políticos, narco, sociedad civil y religiones. Así es
el caldo de cultivo con el que se enfrentará el siguiente titular del
ejecutivo.
México tiene al presidente que
merece, un país, hablando en general y según estadísticas internacionales, corrupto,
inculto, intolerante, tramposo, desinformado, violento, sin educación (nivel
académico), adicto, religioso (místico), vaya, una fichita, qué puede esperar. Entienda
el lector que naturalmente no me refiero al México (ciudadanos) que aun con
todo en contra mantiene la búsqueda de abandonar lo mencionado. Esto es real,
México ha caído en lo más bajo que una sociedad puede caer, tenemos guerrilla,
una “narco” violentísimo, delincuencia rabiosa, corrupción inclemente, falta de
cultura acentuada, niveles educativos de risa, adicciones crudas y despiadadas,
religiones opiáceas y huecas, además de caciques (empresarios) desalmados en
muchos sentidos. Si bien es cierto que contamos con muchas, muchas excepciones,
también es cierto que no ha sido suficiente para abatir tan crueles estándares que
ya alcanzamos.
En este precioso marco de nuestra
realidad actual ya no se sabe para donde voltear, ya todas esas características
negativas se han convertido en un “sistema”,
del cual es muy difícil salir ileso, para colmo se perpetra el regreso de un
partido conocido por haber descuidado a esa sociedad y haber allanado el terreno
para que ese “sistema” prevalezca aun; es cierto que el PRI no diseñó ese
sistema, fue la sociedad, el PRI es un reflejo de ello, un engrane de ese
sistema, engrane maestro, viejo y oxidado, un engrane que no terminará con el “sistema”
por el contrario, lo eficienta, lo renueva, lo actualiza; pero claro está que el
“sistema” no es privativo de un partido político, sector social o religión,
todos están inmersos y seis años no son insuficientes para cambiarlo, de hecho
la sensación de cambio comenzó con la salida del PRI del poder, pero este ha
regresado y solo el tiempo y la historia podrá juzgar si para mal o para muy
mal; en el mismo marco indicado, el bien o mal, líder de izquierdas, ícono de
la inconformidad política, a veces extrema y poco funcional, Andrés Manuel
López Obrador ha llamado a la “Desobediencia Civil”, lo que sea que esto
signifique para él. Este llamado es sin duda uno más para su larga lista de
acciones controversiales, estigmáticas, características de un líder obsoleto,
pero al fin y al cabo líder, naturalmente
que lo que salga del ideario de AMLO va cargado de una fuerza marcadamente
ambivalente, por un lado para el mexicano seguidor de este personaje, es un
llamado natural para actuar izquierdosamente en contra del “sistema político”
en marchas, protestas y solo dios sabe qué más, esto con el fin de crear una
esfera de inconformidad y dar seguimiento a la ideología que ha creado; por
otro lado y desde la perspectiva de la “opinocracia“ mediática, este llamado
será el de un loco, mal perdedor a crear
el caos, cosa que no pocas personas creerán y se “casarán” con ese argumento
gracias a los medios de comunicación que el “sistema” ha generado y con quienes
desde su masificación ha tenido una
simbiosis por demás destructiva en México.
La Desobediencia Civil, un
término escabroso de repente, simple y sencillo también, en su época algunos
íconos de la historia contemporánea han apelado a tal concepto, mismos que en
su tiempo seguramente fueron tildados de locos y malos perdedores, el reverendo
Martin Luther King, Gandhi, Nelson Mandela, Malcom X, entre otros; no quiero
decir que nuestro folclórico y malquerido AMLO sea un personaje de esta talla,
aunque tampoco me arriesgo a decir lo contrario, la historia lo dirá, por lo
pronto abordaré este, para mi tan inquietante concepto, Desobediencia Civil.
Se nos ha dicho y enseñado hasta
el cansancio que la desobediencia es mala, pero ¿quién nos lo ha ensañado?, naturalmente
lo ha hecho quien no quiere ser desobedecido, esto hace trascender un acto de desobediencia en un hecho anti
ético, según ese razonamiento. Yo difiero, creo que la desobediencia es una
acto más complejo, más allá del principio moral de obediencia, es una especie
de complemento evolutivo a esta, el desobedecer es una evidencia de que la “regla”,
“instrucción” o “estatuto” ha quedado rebasada por un devenir exigente y
adaptativo, así es, mis queridos lectores, según mis propias cavilaciones la
desobediencia como tal da evidencia de que el “sistema” contiene algún error,
algo que no anda bien. Este razonamiento se puede notar en los ejemplos antes
mencionados de Desobediencia Civil, cuando un acto de racismo obligaba a los
afroamericanos a no poder entrar a un restaurante “para blancos” o cuando
rendir un tributo excesivo a una “corona” a kilómetros de distancia mantenía en
la miseria a un pueblo.
Desobedecer implica dudar,
meditar, analizar, generar ideas e innovaciones, romper paradigmas, no solo un
hecho de rebeldía o anarquía, los resultados saltan a la vista, actualmente la
Desobediencia se ha sofisticado ha evolucionado de actos violentos como las
revoluciones del siglo pasado para enmarcarse dentro de los derechos humanos y
la mejora constante de la democracia, por lo que un llamado a la Desobediencia
Civil no es un acto de locura, ni un catalizador de los ánimos post electorales
actuales, es una vía para salir del letargo y del dominio del “sistema” antes
mencionado. Sabemos que no todo lo que brilla es oro, AMLO tendrá su muy
particular concepto de Desobediencia Civil, tendrá proyectado su método y su
objetivo al llevarla a cabo, por lo que en este caso mi recomendación es oírlo,
analizarlo, y tomar lo que acomode a nuestra realidad individual, es natural
que quienes no estamos conformados con este México bizarro, quienes no queremos
seguir en un país violento y corrupto, quienes no estamos dispuestos a
quedarnos aletargados y al margen de la realidad, levantemos el oído y la expectativa
y emular ese llamado, responder desde nuestra
posición.
Pero a qué desobedecer, a quién, el
futuro titular del ejecutivo, el tristemente célebre Peña Nieto es solo una
persona, un icono del “sistema”, una marioneta del “sistema”, claro que
representa un proceso de elecciones lleno de anomalías y claro que representa
al partido político que administró mal al país durante muchos años, pero no es
a él, creo yo, a quien debemos desobedecer, es al “sistema”, Desobedecer a ser
corruptos, Desobedecer a ser tramposos, Desobedecer a ser flojos, Desobedecer a
ser machistas, Desobedecer a delinquir, Desobedecer a ser violentos,
Desobedecer a ser agachones, Desobedecer a la piratería (producir, vender,
comprar), Desobedecer al narco (producir, vender, comprar, consumir), Desobedecer
a discriminar, Desobedecer a ser religiosos irracionales, Desobedecer a no
informarse, Desobedecer a no interesarse en la Patria (Civismo más que
política), Desobedecer a no leer, a no estudiar, a no emprender, a no ayudar a
quien se pueda, a no progresar y ser un foco de desarrollo y progreso. El “sistema”
es el primer interesado en tener “fieles” obedientes y mantiene un armamento
probado para que así sea. Difícil tarea esta de desobedecer.
Desde una interpretación personal
al griego del Nuevo Testamento, Jesucristo dijo:
La estabilidad de un
sistema funcional es puesta a prueba desde hace tiempo y solo los que se
empeñan en forzar la creación de este sistema, lo obtienen.
Yo sé que se necesita un mínimo de
conciencia cívica, política y patriótica, para buscar la mejora de nuestro
entorno, incluso necesitamos a alguien que nos impulse, nosotros los mexicanos
aun no tenemos a ese alguien, dudo que AMLO lo sea, el solo es una
manifestación del sector que está en contra del “sistema”, pero busquemos
dentro de nosotros y si encontramos al mexicano “sistematizado” obliguémoslo, forcémoslo
a dejar de profanar con su planta este suelo que ya merece un resurgimiento y
transmitamos la posibilidad de un sistema funcional para México.