lunes, 22 de septiembre de 2014

Filosofía natural del amor, de Sebastián Hiriart.


El sábado pasado asistí a la Cineteca Nacional en búsqueda de “algo que ver”, no hay mejor sitio que la mítica Cinepuerca para esa encomienda, ni en internet se puede sentir la emoción de una búsqueda personal en la que se invertirá 2 horas (en promedio) de vida, mi principal intención era degustar alguna producción francesa del Tour de Cine Francés, la segunda opción era algo de Cine Nórdico (lo que sea que eso signifique) y la tercera cualquier otra; y así fue, generalmente evito producciones mexicanas en el cine por un prejuicio personal pero algo llamó mi atención, ese algo fue meramente coyuntural pues unos días atrás me atreví ver la biopic “Cantinflas” refrendando ese prejuicio al cine “nacional”, ese algo fue el título de la película y el nombre del director.

Generalmente las películas exponen la cosmovisión de los realizadores en cuanto a un tema determinado, Bergman, Godard, Einsenstein, Kubrick no me dejarán mentir, pero también generalmente estos autores no lo declararon en los títulos de sus filmes, Hiriart lo declara peligrosamente, y más arrojado suena hacerlo con el término “Filosofía” en el título. Con una pronta googleada uno se entera de quién es Sebastián Hiriart, por lo menos de forma somera, facebook, twitter, youtube, uno se da cuenta de su devoción por el cine, en México si no hay devoción por el cine se terminan haciendo películas como la gran mayoría de ellas en las últimas tres décadas, si no hay devoción se acentúa la pretensión; y creo que lo más pretencioso de esta película es su título, pero los títulos no son la película. Bajo este breve (instantáneo) análisis compré mi boleto y me dirigí a la dulcería, infame dulcería la de la Cineteca, infame la distribución arquitectónica de la Cineteca, infame su remodelación en general (no está fea) que pudo estar mejor planeada.

Con unas palomitas, refresco y pasas cubiertas de chocolate me dirigí a la sala 10, sin usar silla de ruedas me chuté la eterna rampa de subida y llegué a la sala, para mi sorpresa estaba llena (a un 90 por ciento), me senté en la primera fila pues mi cabalística séptima fila estaba repleta de chavitos de entre 15 y 20 años, como la mayoría de la sala. El destino me soltó a rajatabla un corto llamado “El regreso del vampiro” (Lew Landers se nos vuelve a morir) que me robó 6 minutos de vida, para después dar paso a la película.

Inmediatamente se percibe la temática de la película, sin ser predecible, lo experimental de sus tomas y su guión, sus actores profesionales y aficionados, pero lo que me hizo permanecer en la sala a pesar de la charla de la pareja sentada a mi lado fue la sensación que me provocó, no recuerdo una película de realización mexicana que haya visto en una sala de cine que me haya provocado algo desde Amores Perros (no quiero decir que me gustó), fuera de una sala otra película que me provocó e incluso me gustó fue “Paradas Continuas”; la sensación surgió por dos elementos, el audio y la fotografía, se agradece cuando en una producción latinoamericana el audio es decente, pero la fotografía es buena, no he visto más cine del director Hiriart, pero buen fotógrafo sí es.

A mi parecer el ritmo del filme es caótico pero interesante, lo que puede generar una buena “voz”, estilo, del director, el guión es muy decente y los actores le dieron algunos buenos acentos y matices, no hay una historia como tal a la que se enfoque pero la omnipresencia del concepto “amor” como hilo conductor da buenos resultados, las minucias que encuentra este “amor” logran proyectar la intensión del director, la cual creo yo es verter lo visceral y tierno, lo grotesco y canónico,  lo chido y gacho, lo convencional y exótico, que para él significa y que en general hacen de este “ensayo cinematográfico que yuxtapone…” un opción para voltear una vez más a lo producido en México.


Como espectador me hubiera gustado escuchar música estridente, algo de jazz o que hubiera diálogos más extensos con actuaciones más apasionadas, es más hasta otro título, me hubiera gustado una mejor dulcería en la Cineteca (las pasitas con chocolate son una grosería), me hubiera gustado una escalera para subir a las salas, una mejor distribución planeada de la arquitectura y una industria cinematográfica más decorosa en este país, pero esto es lo que tenemos y la virtud de creadores como Sebastián está en ello, en hacer lo suyo con los elementos que tiene a la mano y en realidad no lo hace mal, por lo que tiene mi buena crítica y recomendación.




miércoles, 17 de septiembre de 2014

Cantinflas


Esta película biográfica es un esfuerzo más por hacer buen cine en México y de ésta premisa me permitiré hacer algunas precisiones semánticas con la intención de articular una opinión objetiva de la que derivará una opinión personal. 

Pues bien, comencemos por “…cine en México”, también podemos abrir el concepto a Cine Mexicano para su mejor definición; desde las épocas doradas del cine hecho en México, esto es desde los años 30 y hasta los 60, periodo durante el cual el cine internacional le dio a México un espacio prominente de “voz propia” con el Cine de Charros y el Cine de Luchadores además por supuesto de otros géneros en los cuales se destacaba algún elemento fílmico. La época dorada tuvo caducidad sin ecos relevantes dando paso a un cine mediocre y vacío, sin voz, reaccionario y oficialista, con sus debidas excepciones en las décadas siguientes (años 70, 80 y 90). Pero definamos “Cine Mexicano” como las producciones realizadas con presupuesto de fuentes mexicanas, hechas por realizadores mexicanos, con temas mexicanos y con actores en su mayoría mexicanos también, todo esto sin caer en nacionalismos arcaicos, ni ideológicos, ni administrativos, las películas fuera de este contexto sin menosprecio alguno solo serían “producciones con elementos mexicanos”. Es por eso que en la actualidad desde mi percepción existe un Cine Mexicano pero raquítico y en vías de desarrollo. Cantinflas es una muestra de ello.

Prosigamos con …”esfuerzo por hacer buen cine…”, ningún realizador, creo yo, quiere hacer una obra “mala”, esto es que no cumpla con lo mínimo en calidad y arte cinematográfico, pero tampoco la calidad y el arte cinematográfico le daría el estatus de “buena película” o “buen cine” y aquí puntualizo de manera silogística que si no existe el Cine Mexicano entonces las películas mexicanas son entes aislados, obras abortivas, sordas, ciegas y mudas, que se quedan en esfuerzos desolados y que necesitarían de una genialidad integral para pasar a la historia o trascender a la generación de influencia sobre las obras futuras, el ejemplo está en “El callejón de los milagros”, “Sexo, pudor y lágrimas” y “Amores perros” por mencionar algunas. Definamos entonces que estos “esfuerzos” son pinceladas caóticas de amplias expectativas con resultados infames.

Y terminemos este ejercicio con “Película biográfica…”, es sabido que dentro de los géneros más malagradecidos estás biopics están al contentillo del espectador de a pie, como del crítico, por lo que es fácil de definir como una creación cinematográfica dramatizada de un personaje determinado. Con eso.

Concluyendo la opinión objetiva, Cantinflas es una creación cinematográfica dramatizada de la vida del cómico mexicano, está película es un ente aislado, una obra abortiva, sorda, ciega y muda, que se queda en un esfuerzo desolado y carente de genialidad integral para pasar a la historia o trascender e influir (aunque ganase el Óscar, lo cual dudo).


En lo personal, me gustó Cantinflas, si bien es cierto que el guión es muy flojo y aburrido, tendencioso con vías a beatificar a nuestro querido personaje y que gracias a los diálogos los actores y sus personajes no destacan, además de que la ausencia de una fotografía seria e impactante, una ambientación pobre, un vestuario que pasa desapercibido y unas actuaciones de medio pelo podrían decepcionar a cualquiera, a mi no tanto, la razón, es que el director conocía las limitaciones del guión y del presupuesto, el director contó bien su historia pero con elementos mediocres salvo la edición de sonido, la iluminación y el uso de efectos digitales que me parecieron decentes. Cantinflas logró, por lo menos un momento, tocar mi gusto por el cine gracias a la cercanía con el personaje, en lo particular no me decepcionó porque no tenía expectativas altas para esta peli y si el devenir histórico le diese el Óscar, sería un deber emular los elementos que crearon una mística especial en su rededor y se convertiría en posiblemente una obra a “desmenuzar” para aprender de ella, si no gana el premio será tan olvidable como la mayoría del cine hecho en México, ahí está el detalle.