miércoles, 1 de octubre de 2014

Aniversario


Por alguna extraña alineación de los astros, por alguna rara formación autodidáctica, por pertenecer a una generación “X” o incluso por haber comido puro chocorol cuando chiquillo, no soy adepto de celebrar a la usanza coloquial los aniversarios llámense cumpleaños, centenarios, luctuosos, memoriales y todo lo amplio de un etcétera. Soy más bien de autoanálisis, de autocrítica, de reflexión y de personalizar cualquier acción o actividad de encomiar a la “festejada” o “festejado” sea una persona, un evento histórico o una institución.


Todos los años son diferentes, nadie vive lo mismo que el anterior, entonces ¿porqué celebrar igual todos los aniversarios? Incluso algo más profundo ¿porqué celebrar? No tengo la respuesta, más bien una propuesta que más adelante comentaré. Por lo pronto y a manera de mensaje a mi amada esposa lo siguiente:

    Estos siete años han sido maravillosos, los mejores siete años de mí existencia en esta vida, el transcurrir del tiempo a tu lado nos ha fortalecido en lo individual, has sido la mejor esposa, la mejor madre, la mejor mujer, la más paciente, la más impactante, la más amable, tú significas el pilar más fuerte de nuestra familia y nuestras hijas no pueden tener mejor ejemplo de esfuerzo y empuje que el tuyo, nuestras madres no pueden tener mejor hija natural y adoptiva (nuera) que tú, mi hermana no puede tener mejor hermana adoptiva que tú, eres asombrosa, extraordinaria y hermosa, las personas que trabajan contigo son afortunadas de tenerte y esta misma ciudad no sería la misma sin ti, nuestro país y nuestro mundo no sería lo mismo si tú no estuvieras en él; te amo y te ruego que nos permitas a tú familia, a los habitantes de esta tierra, a los seres celestiales, a las generaciones previas y venideras, seguir contando con un ser humano tan bello que aporta para hacer de este trajinar más llevadero, permítenos seguir reflejando en tus ojos nuestras caras amorosas, sigue disponiendo siempre tus brazos para descansar en ellos y encontrar alivio en lo cálido de tus caricias. También te bendigo amada esposa, agradezco a nuestro sabio Dios por ponerte en mi camino y por iluminarte para que tu brillo nos sea consuelo y fuerza en la construcción de esta familia que te debe todo.


     Deberíamos esforzarnos más en celebrar a nuestros seres queridos, dejar las flores para diario o una vez al mes, poner atención en las transformaciones y cambios que ha sufrido la persona y con base en ello personalizarle un momento del día a celebrar, no solo mandar a hacer un pastel con el personaje en turno o de moda, los regalos caros casi siempre obedecen a una necesidad y la mayoría de las veces los íbamos a adquirir de todas formas, porqué no plantar un árbol y hacer un día de campo junto a él, porqué no comprar un juego de mesa según su personalidad y darle hasta la noche, cenas y comidas pueden ser un aderezo no el centro de la celebración, porqué no aprender a hacer cerveza artesanal y ese día regalarle una con etiqueta personalizada, no solo con su nombre o foto, porqué no asistir a algún museo con una exposición adecuada al momento, también podríamos aprender a tejer y hacerle alguna funda para su nueva sala, compu o qué sé yo, hay miles de posibilidades incluyendo el no celebrar, podríamos sentarnos en la sala y platicar, charlar, reír, llorar mientras cae la madrugada agradeciendo la existencia del ser querido y nada más. Pero es más fácil cumplir con el requisito social de los globos, el pastel, las velitas, las mañanitas y pensar “que buena persona soy yo al celebrarle a alguien más” y si no hubo los suficientes recursos para hacerlo sentir “qué mala persona soy por no tener para celebrarle”. No queridos lectores, rompamos el paradigma y ponderemos lo importante, la persona, las relaciones, lo afectivo, todo lo demás es pura demagogia.

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