martes, 16 de diciembre de 2014

El último funcionario


La lluvia acicaló las calles de la ciudad, los insectos humanos se agolpan sobre la luz del transporte público, la vida depende de subirse al primer vagón, al primer taxi, al primer trolebús, el no pisar a nadie, el no dar o recibir un arrimón es ya solo un valor agregado. La reunión de las diez para “planear la invasión de Polonia” no puede esperar, no debe esperar, aun traigo la “Cabalgata de las Valquirias” retumbándome en las muelas “por solo diez pesitos” mientras Wagner anuncia la llegada del último funcionario.

“Godínez” para los cuates, “prestador de servicios” para los no tan cuates y “el eslabón perdido en la cadena gubernamental” para los evolucionistas del servicio público. La cotidianidad es el mal café de las diez y media, no sé qué me deja peor sabor de boca si el café o Laurita la recepcionista pues si no te alburea o te maltrata psicológicamente, seas quién seas, te deja esperando para que te registres. “Usté regístrese qué chingaos le cuesta y usté hágase a un lado pinchi poli”. Después de la proeza de ingresar como si fuera la primera vez en la historia del edificio, Uno se encuentra a los compañeros, tan bonitos y sonrientes ellos, Andrés “Poca Luz” Juárez el contador, Pedro “Ligas” Hernández el administrador, Arlette “La Roca” Ibáñez la secretaria del Lic. Iván “el Pellizcos” Cortés quien es el encargado de recursos materiales y así, Caty “Caboom” la abogada,  Raúl “el arcoíris” nuestro súper Asesor y para acabar de atascar el elevador, nada más y nada menos que la Lic. Nadia “la Bigmac” Acosta de Difusión. Un leve paseo clandestino por las redes sociales, otro café con los compañeros del piso y ahora sí a trabajar.

“Los campos de concentración (¿o concertación?) los cuales quiere implementar la actual administración necesitan un abordaje interinstitucional, los representantes de otras dependencias del ayuntamiento se suman con reticencias al esfuerzo, lo que es de esperarse pues el presupuesto para esta acción transversal y progresista ya está etiquetado para otros ejercicios, situación que tensa un poco más la relación de los ministros locales y por lo que es de vital importancia que esta reunión muestre avances inmediatos”, escuché que le decía el Lic. Hugo “el mostacho” Sierra a alguien que no conozco durante la “reunión paralela” en los baños de la oficina del meritito Principal.

Es una realidad que los funcionarios no debemos comprender la política actual de forma magistral, ni si quiera debemos comprenderla, en mi caso por ejemplo fue mi compadre el que me invitó a trabajar acá en la oficina y pues un dinerito no le cae mal a nadie, pero lo mío es la bohemia con los cuates, he llegado a creer que puedo dedicarme a tocar boleros afuera de la Polar y sin problemas saco lo mismo que aquí pero sin tantas broncas de papeleo, acuses, sellos, correos, oficios, notas informativas, rúbricas, copias, folios, dosieres, apostillados, etcétera, etcétera y etcétera. Aunque ¡Hay futuro, hay futuro!

Ayer me compré el celular del futuro, es una belleza y una herramienta que me ayudará a ser más productivo, además con las mensualidades que daré seguro termino de pagarlo en unos tres años o menos, de verdad soy bueno para las oportunidades. El “aipunk” no solo tiene posicionamiento global, mensajes gratuitos y llamada en espera, también tiene una carcasa de última generación, según el vendedor es una aleación de caparazón de tortuga, titanio y hasta plutonio, solo que es un poco cancerígena por lo que tengo que comprar una funda de plomo con acabados de nácar y si quiero el casco anti radiación también lo venden. Como era de esperarse las miradas están sobre mi nuevo juguetito, Adela de informática se quedó estupefacta cuando lo vio, Mauricio de mantenimiento no dejaba de buscarle más funciones y hasta Caty “Caboom” quería comprarse uno en ese momento, pa´l tuiter. Lo cierto es que me va a salir en un ojo de la cara pero creo que si Uno no trabaja para esos lujos entonces para qué.

Un conato de sismo nos sacó temprano de la oficina, no dejaremos que nos reingresen al edificio sin un dictamen escrito por el mismo Ministro de Protección Ciudadana aunque uno firmado por Miguel “Evacuaciones” Rodríguez sería suficiente, pero la psicosis y el nerviosismo que deja un evento como estos nos valieron para poder ir a descansar temprano.

Aprovechando el fenómeno natural más extenuante para los Chilangos aproveché e invité a comer nada más y nada menos que a Andrea “Mantequilla” Urquidi, la mismísima secretaria de la Ministra, la gente seguía nerviosa afuera de los edificios, todos intentaban llamar a sus seres queridos para saber si estaban fuera de riesgo y adivinen quién tenía el único celular del que salían llamadas. Después de dejar hacer llamadas a medio ministerio se acercó Andrea y aun lloriqueando me pidió el móvil, dejé que se explayara aunque a los quince minutos me ponía nervioso un tanto por la cuenta que llegaría en la factura y otro tanto por la idea de invitarla a comer. Accedió para comer conmigo, “algo cerca porque tengo que ir por Juanito a la escuela”. Andrea era una cuarentona de muy “buenos bigotes” con la que todo el mundo en la oficina quería salir, mínimo a comer, no había duda que mi prestigio se iría a los cielos después de esa comidita.

Andrea y yo éramos viejos conocidos, desde la administración del Lic. Ángel Miguel Lasos Olivar tuvimos asuntos en común como aquel en el que casi todas las dependencias nos unimos para mostrar rechazo cuando quisieron quitarle la inmunidad jurídica al Lic. Lasos por la construcción de una calle en el traspatio de un empresario chiapaneco. En esos mismos años mostramos nuestra convicción política cuando consideramos que los tres votos que le faltaron para ganar al Lic. Lasos Olivar no eran para tanto. En esas épocas también conocí al entonces esposo de Andrea, un empresario argentino que se escapó con la sirvienta no sin antes meter a la cárcel a su contador y a su administrador, Marlon Torquemada era su nombre, lo recuerdo como si fuera ayer porque un día que salí de la oficina del zócalo se acercó a mí un payaso a pedirme dinero y mientras sacaba yo algo de cambio Torquemada tropezó conmigo tirando su portafolios al piso lo que provocó tal locura de sus guaruras que hasta el payaso se llevó unos “soplamocos”, mientras yo me jugaba la vida con el más “gorilón” la voz de Andrea surcó el pasillo del palacio, ¡déjenlo en paz!, sus grandes ojos castaños se encendieron de indignación al ver tal injusticia. Corrió de forma vertiginosa hacía mí. ¿Estás bien, te hicieron algo? Era demasiada mi sofocación que no puede pronunciar palabra. La mayor indignación fue que durante la “calentadita” el maldito payaso se llevó mi cartera o tal vez fue Torquemada, nunca lo sabré.

Ya durante la administración del Lic. Marciano Escobar, Andrea era soltera nuevamente pero para la mala suerte a mi me habían mandado a la Dirección General de Asuntos Sin Importancia (la DIGASI) asistiendo al prometedor Director Ejecutivo de Asuntos Sobrerresueltos (DEDASO) un recién egresado del ITAN y que me dio una plaza eventual por la larga amistad con su tía Francisca a quién en mis años de “secundario” le sacaba la basura todos los domingos, esa “Pachita” me había conseguido una entrevista y la experiencia hizo el resto. Andrea trabajaba en la oficina del Secretario Exclusivo del mismísimo Principal, gran logro para alguien que solo terminara la primaria, ya con el tiempo el mote de “la Mantequilla” lo diría todo, pero en ese entonces su aire de “treintona dejada” creaba una atmosfera de sensualidad que ni las mismas “adelitas” del cuerpo secreto de seguridad del Principal. Es cierto que Andrea estaba pasadita de kilos, tal vez muy pasadita de kilos, bueno, la verdad era una ballena, pero sus castaños ojos y el tic nervioso del que te quiere comer a mordidas sonrojaban al más exigente. En una ocasión por esas épocas coincidió que fui a dejar el acuse rubricado de un alcance foliado y sellado con copia y anexos en sobre confidencial para el Principal y la encontré, me pidió que la acompañara por una extraña carne de toro para su jefe. “Pero nos vamos en metro porque ya sabes que los choferes nunca están cuando alguien los necesita”. Claro que no tuve problema pues soy fiel y feliz usuario del metro desde que nací. Ya en el trayecto me contó de sus relaciones fallidas posteriores a Torquemada, las cuales no fueron dos, ni tres, esta mujer era una máquina. Llegamos a Constituyentes y de ahí en “microbio” hasta Cuajimalpa, de verdad esta ciudad no tiene comparación a veces te regala una tarde con una persona especial, una tarde lluviosa en las colinas de Santa Fe pero te castiga con los Ángeles Azules a todo volumen sin compasión.

Fuimos y regresamos de un magnífico “tour Chilango” qué Turibús ni qué nada, la charla por las razones logísticas mencionadas fue nula. Pocas veces, después de esa, nos volvimos a mirar durante la administración, la mayoría solo de lejos.

El devenir del Servicio Público nos unió nuevamente durante las elecciones, esta vez como supervisores de casilla por parte del Partido de la Devolución Retrográdica. Llegaba yo a la casilla con mi guajolota en una mano y con un champurrado hirviendo en la otra, cuando bajo la lluvia se esbozó una tonadita coloquial del barrio:

Amor, amor, amor,
Amor, amor, amor,
Quiero que me vuelvan a mirar tus ojos…

Se iluminaba la casilla en esa histórica calle de la “Cavernícola Oriental” con los primeros rayos del sol, sobre nosotros una amenazante nube cual iracundo pero derrotado Céfiro se alejaba al horizonte, a contraluz una silueta femenina cubierta por un improvisado paraguas rosa corría hacía nosotros los cuidadores de la democracia, los cancerberos de la República, “Si en una rosa estás tú… cómo te voy a olvidar…” Era Andrea con los delicados pasos de un cisne de Tchaikovski que se apresuraba a un encuentro con la historia, conmigo. No me reconoció de momento lo que aproveché para darle fin a mi refrigerio, la reminiscencia de la asfixia de aquella ocasión con su marido tuvo eco en la guajolota atorada a medio gañote que ni con un buen trago de petróleo hirviendo (mi atole) cedió. Me miró a unos pasos y ante la alarma del “respetable” esos ojos gitanos se volvieron a encender al verme, lo sé. Cuando regresé de la antesala de la muerte y pude articular palabra me acerqué a ella, el soundtrack de la vida nos trajo el surrealista tema de “Metrosexual” y ahí estábamos, frente a frente observando cómo se escribía la historia del país al unísono de la nuestra.

Me contó de sus divorcios, tres contando a Torquemada, también de su actual pareja con la que llevaba viviendo unos meses y de Tomás su “otro”, insisto que esa mujer es una máquina. Pasaban las horas y terminamos bien “empiernados” en un hotel de Rojo Gómez, no vería a “la Mantequilla” en años.


Solo para resumir los hechos previos a esa comida el día del sismo; en la ciudad ganó el PDR como era de esperarse, nuestro nuevo Principal era el Ing. Misael Manzur; como nuevo y flamante Preciso de la República quedó Ernesto Pacheco Nato por el Partido Reaccionario Interindividual. Los meneos en el gabinete no se hicieron esperar y mientras las piezas de ese ajedrez que es la Administración Pública se movían, yo regresé a la escuela, era menester para mí, si quería tener un futuro en la política que debía terminar la secundaria, a la fecha ya solo debo Español, ahí la llevo.

Mi ex jefe de la DEDASO se colocó en el Ministerio de Reacciones Exteriores (MIRE) y gracias nuevamente a la ahora difunta “Pachita” tuve mi entrevista, pero cuando concluía el trámite y ya hasta cobrando, resolví no quedarme pues mis principios me lo impedían, soy de izquierda “radical y contestataria”, además me pagaban menos de lo que sacaba cantando afuera de televisa. Y ahí afuera de televisa fue que me encontré con Paola “la Rigurosa” Sánchez y con la “Qué Monita” Solórzano está última traía de padrino al mismo Ing. Moctezuma “Orejas” Cardenal otrora Principal de la Ciudad; la “Rigurosa” fue Teniente Segunda de un batallón de neonazis burgueses allá por la Cineteca. Nos tomamos un café y fuimos a sus oficinas en el Ministerio ahí conocí al Exclusivo de la Ministra, después sería mi compadre y que tenía sus “queveres” con la “Rigurosa” Sánchez, mi compadre era sadomasoquista seguramente, acordamos una entrevista para que viera mi perfil, diagnosticara mi curriculum, estableciera parámetros y generara criterios, pero las prisas me colocaron en su equipo.

El teje y maneje político hizo que hubiera cambios en todo, parecía que la vida y el destino se ensañaran con la organización al interior del Ministerio, hasta que el Principal lanzó un ultimátum, fue que llegó al edificio un equipo de expertos en transmisión y transfusión, de inmediato, casi año y medio, diagnosticaron la hecatombe. En esa época Andrea estaba fuera del país y nos escribíamos a menudo, yo le escribía las vicisitudes del Ministerio sin mencionar nombres, cargos y menos especificando de qué Ministerio se trataba, en ese entonces podían aplicar para cualquiera. La administración y la Ciudad en general parecía Macondo en su peor momento aunque también en el mejor.

“Andrea, te extraño como un lactante extraña una campaña para que le den de comer, los días en esta región no son transparentes sin tu presencia por lo menos en suelo nacional. Desde aquel fatídico 2 de julio en que las encuestas de salida nos encontraron a cuestas en plena salida del Rosso (Auto Hotel), de eso ya casi dos años que no logro sacarte de mi mente, me enteré que estás por presentar la primaria en un solo examen, quiero darte la noticia de que pasé Español y voy para diputado (es un decir), en realidad quiero postularme en un futuro para senador. Tuyo siempre, A”.

“Querido A., tú sabes que no soy buena para las relaciones y menos a distancia, no quiero darte esperanzas, también recuerdo aunque no a detalle nuestro encuentro en el Marqués ¿o fue en el Condado? Lo importante es que te llevo en mi corazón, te comento que reprobé el examen, yo sí quiero ser diputada, solo el tiempo lo dirá, por ahora estoy muy descorazonada por culpa de la Administración Pública de la Ciudad, el Ing. Manzur no da una y yo no quiero ser partícipe de algo así. Nunca tuya, Andrea.”

No podía ser más fatídico, pero el lunes Andrea ya estaba trabajando en el Ministerio, la nueva flamante secre de la Ministra. Para entonces Uno ya era, por su experiencia y confianza, Jefe Adjunto de la Oficina de Asuntos Sin Importancia del Ministerio, con su debido pellizco a mi sueldo, como primer acción tenía que presentarme corriendo a una reunión para “evitar la extinción del marsupio chiapaneco”, reunión que fue interrumpida por un conato de sismo, la música del gimnasio contiguo se trabó y parecía alerta sísmica, había pasado una semana que Andrea estaba acá y no nos atrevimos a hablarnos hasta que la invité a comer.

Consomé de pollo o Sopa de codito, Arroz a la valenciana o Espagueti a los ocho quesos o Ensalada César Augusto, Chile relleno de quesillo o Albóndigas Rusas o Moros con tranchete, Agua de sabor y postre.

Si pudiéramos hacer un perfil psicológico con base en la selección del menú en la fonda de al lado… ella me amaría, si no que lo digan la Sopa, la Ensalada y las Albóndigas, pero la charla no apoyó a la Tercer Escuela Vienesa, Andrea “Mantequilla” Urquidi ya estaba embarrada en otro pan.

Mi decepción fue de proporciones épicas, titánicas, no había oficio, folio, rúbrica, sello, acuse, correo, nota informativa, copia, dosier, ni apostillado que sacara de mi mente la sensación de morir ante los horribles acontecimientos de mi vida. Esa noche llegué a casa y mientras cenaba preguntó mi suegra si me pasaba algo, mi “gordis” también lo notó pero con una explicación digna del “Crecimiento Económico del País” pasamos a otra cosa. Por meses evité el contacto, mi compadre trataba de distraer mi mente, nuestra desorganizada dependencia tomaba formas extrañas, nacieron departamentos dignos de un cuento, la “Coordinación de Seres Inanimados”, la “Dirección Interna de Relaciones Personales”, el “Departamento de Decoración de Interiores”, la “Oficina de Objetos (humanos y no humanos) Olvidados”, entre otras, el personal fue y vino, nos dejaron: la “Bigmac” Acosta, el “Poca Luz” Juárez y Caty “Caboom”, llegaron Teressa “Cizañas” Von Gómez, Anahís “Azúcar” Medina y Osvaldo “el Lecter” Pérez, pero pues cada chango a su mecate.  Los días pasaron, los sismos no terminaron y los meses se convirtieron en años, uno a uno incluyendo a la Ministra abandonaron el ministerio, el Principal renunció dos años antes de lo esperado ocupando su lugar el Ministro de Protección Ciudadana pues aquello de los temblores le dio la fama.


Una noche mientras el zócalo se iluminaba con el espectáculo de luces provenientes de varios helicópteros del ejército, me esforcé por hacer un recuento de mi vida, no lo logré, la noche me llevó caminando hasta la Roma. Cómo ha cambiado esta ciudad, en mis años mozos solía correr por el jardín Alexander Pushkin hasta llegar a Frontera y de ahí todo el camellón de Álvaro Obregón, si llevaba dinero me detenía por un raspado o una nieve, los compañeros de la primaria se me adelantaban y los miraba con el suéter rojo del uniforme amarrado en la cintura pensando en lo que serían de grandes, no los volví a ver. A veces nos aventurábamos en ir hasta el parque Río de Janeiro pero tiro por viaje nos bronqueábamos con los de la “Ignacio Vallarta”. Álvaro Obregón mantiene su mística, caminar por Álvaro Obregón es caminar por México, más de uno han guardado intacto su recuerdo, pero las cosas nunca vuelven a ser las mismas, hoy soy viejo y el recuerdo de Andrea y del Ministerio es un fantasma que vuelve recurrentemente en estas épocas.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Crónica de una melomanía agringada

Ensayo, México 2014 .

Cuando niño, recuerdo, mi primer nombramiento oficial en los deberes de la casa fue el de “operador oficial de la consola” de discos de acetato, algo así como un control remoto viviente. Así comenzó, por más que suene a una barbaridad, mi melomanía, cambiando discos, poniendo la aguja en la décima canción del mismo disco por horas y limpiando los LP´s con una especie de borrador aceitado (su olor sigue en mis neuronas) antes de regresarlos a su funda. Adoré cuando llegó a casa el primer acetato rojo semitransparente.

    Mi padre quien fue un bohemio de primera, tenía en su colección desde los Teen Tops, César Costa y compañía, hasta Los Terrícolas, Los Pasteles Verdes y ¡claro que sí, cómo no! A Chico Che y la Crisis; mi madre compartía la mayoría de sus gustos y añadía al Príncipe de la Canción José José, Leo Dan, Raphael y ¡también cómo no! Al divo de Juárez Juan Gabriel; de mi primo Mario y mi tía Malena recuerdo a Gloria Gaynor, a Miami Sound Machine, Emanuel, Yuri y demás pop mexicano; por mi parte y no sé cómo, me hice de algunos discos del payaso Lagrimita, Parchís, Timbiriche (muy niños ellos) y la colección completa de Topo Gigio. Eso fue cuando niño.

    Ya entradito en la “infancia alta” cuasi adolescencia, los gustos fueron mutando como yo, tres micro-pelitos a los que yo les llamaba “mi chulo mostacho” apenas se esbozaban en mi redondete rostro y de “no sé dónde” (claro que sí lo sé, de mis tíos de Santa Anita) me surgió un gusto por El Tri, Iron Maiden, ACDC, The Doors, por fin Queen y también ¿por qué no? Miguel Ríos, Alaska y Dinarama, Radio Futura, Soda, entre otros especímenes raros del pop mexicano ¡Rock en tu Idioma!, Timbiriche iba en el 9º y “Tú y yo somos uno mismo” era la rola de mi vida. Microchips era ya entonces un gusto culposo.

    Por azares del destino, uno llega a la plenitud de la adolescencia con esa carga cultural y su debido bagaje musical, ¡Dios me perdone! igual fue el exceso de hormonas o la falta de lugar en dónde usarlas, pero Pablito Ruíz detonó una descarga de “simpatía por el diablo” (consumismo musical) con su “wow mamá, ella me ha besado…” en las profundidades de mi puberta persona que casi me cuesta la futura melomanía en serio. Lo bueno de esa época, todas tienen algo bueno, fue que algunos compañeritos de la secun con hermanos mayores influían en nosotros con Metallica (no sé qué tan bueno fue) Guns and Roses, Aerosmith, pero fue sin duda la llegada de MTV la que nos puso, a mi generación X, en el borde del abismo, quiero decir, frente a un televisor lleno de música nueva y variada.

    Llegó el grunge junto con mis aspiraciones de pensar en la remota posibilidad del suicidio ¿o fue al revés? Lo cierto es que Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y compañía plantearon un escenario nunca antes visto, con sus reminiscencias del punk pero sin ideologías, buenas o malas, cayeron como anillo al dedo en un jovenazo adolecente, universitario y ceceachero (por lo de CCH, Sur por cierto) ya con una piocha más que noventera, con aires revolucionarios y mata larga ¡qué tiempos aquellos los del walkman y el discman!, también y otra vez ¿por qué no? llegó la nueva Trova Cubana (“nueva” era un decir, surgió en los 70) con Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Amaury Pérez y más local pero del estilo, Óscar Chávez ¡Úrsula cien años, soledad Macondo…! ¡Qué tiempos aquellos de la huelga, de la grilla, de las marchas, de la ciudad gris y monstruosa! Radiohead, Björk y U2 se cocían aparte.

    Fue en esos tiempos de bachiller rojillo que se dejaban oír en todos lados los Tacubos, la Maldita, los Caifanes, Fobia, la Cuca, la Sekta Core, la Lupita, los Estrambóticos, la Gusana Ciega, los Cadillacs, Mano negra, Control Machete, los Héroes del Silencio, Resorte, Plastilina Mosh, Genitallica, Zurdok, y un largo, largo etcétera. Fue en esos tiempos precisamente cuando la música llamada Clásica, música de tradición culta, música docta, entró fuerte en mis oídos y se alojó todavía más fuerte en mi cabeza, ahí en algún día de algún invierno noventero, la música y sus musas poseyeron mis sentidos.

    El Jazz llegó a mí, seguramente ya lo había escuchado, por alguna de las siguientes tres teorías, la primera se basa en la leyenda urbana de que Tom y Jerry, Bugs Bunny y la demás banda animada era una especie de Caballo de Troya para que la música Yankie dominara el mundo y siendo yo un crío espécimen del Hommo videns, fui alcanzado por esa maquinaría mundial gringa. La segunda teoría va de que también en algún periodo de mi vida previo al nuevo siglo (el veintiuno), mi abuela Lucha quien, de cuando en cuando, degustaba escandalosa y atípicamente de igual forma a Ray Conniff que a Santana, haya pedido mis afamados servicios de “operador de consolas” y con la operación de repetición o reproducción aleatoria que había innovado (qué iTunes ni qué nada) se me quedó pegado el género. La tercera y la más apoyada por la ciencia es que una amiguilla por ahí con pretensiones de cultura, bailarina de ballet, hippie y “frezapatista” me compartió en algún momento la música de Miles Davis.

    Seguramente el mundo nunca lo sabrá pero hoy por hoy a mis treinta y tantos el Jazz y el Clásico (ya quedamos, música docta y esas cosas) son medios que la Música utiliza para embelesarme, por supuesto que hay más géneros y subgéneros del Rock que me llegan, el Progresivo por ejemplo, el Post Rock (lo que sea que eso signifique), el Folk, el Indie como hijo junior del Alternativo. Nombres dignos de mencionar en esta etapa de mi vida en la que prefiero referirme a géneros serían Radiohead que permanece, Foo Figthers, Sigur Ros, Porcupine Tree, Steven Wilson, Ólafur Arnalds, Mono y ya con esos.


    Ya no hay necesidad de explotar a menores para darle play a la música, ya tenemos artefactos y artilugios tan especializados para ello, en los que las aplicaciones como Spotify y Youtube nos ponen la música del mundo al alcance, tenemos a Siri y Shazam para conocer lo que escuchamos y a itunes para descargarlo de inmediato, incluso hay más y mejor oferta de conciertos y presentaciones por lo menos acá en la Capirucha, festivales por doquier y “n” número de canales musicales. Lo cierto es que ya sea solitario o acompañado, con audífonos o en algún aparato de sonido ambiente, no hay nada como cerrar los ojos y dejar a María Callas que te transporte a otras dimensiones o permitir que Satie y su piano impresionista te disuelvan en sus notas o abandonarte en la guitarra de Joaquín Rodrigo, no hay nada como sufrir los solos de Porcupine Tree o dibujar en el aire los de Santana, la música es un lenguaje que si no universal sí transversal y eso la hace el Arte más noble. 

El sueño Latinoamericano


Andrés Oppenheimer
¡Crear o morir! La esperanza de América Latina y las cinco claves de la innovación
México, DEBATE, 2014, 330 pp.

Editor, conductor de televisión y escritor, además de ganador del Pulitzer, del Ortega y Gasset, del Rey de España entre otros premios y galardones, Andrés es un periodista argentino radicado en Estados Unidos, con una visión muy particular de América Latina, es considerado uno de los intelectuales latinoamericanos más influyentes y que fijan la agenda del debate político del continente. Este es el autor del libro que hoy nos compete reseñar. Además Andrés es todo un “argentinazo” en su estilo particular para narrar y desenvolverse en público.

El libro es retador en varios sentidos, plantea ciertos patrones de los ambientes y ecosistemas en los que innovación surge. A través de varios ejemplos, concentrándose en ocho nombres sintetiza el auge innovador de los últimos años y su inserción en todos los estilos de vida en la era postmoderna con intensiones y analogías hacía Latinoamérica.

Desde Chefs y movimientos culinarios nacionales, pasando por la Meca de innovación tecnológica en la que se ha convertido Silicon Valley, el autor nos lleva a explorar esas mentes brillantes a las que todos brindamos pleitesía tácita (comprando sus productos, por ejemplo), hasta llegar a un director técnico icónico de nuestros tiempos y a un revolucionario de la educación. Con cierto énfasis en mostrar los contextos proclives a la innovación, desafía a los gobiernos zombies y arcaicos en los que el populismo y la demagogia frenan a los emprendedores.

Acupuntura social, Flujo de cerebros, Detonación de potencial creativo, entre otros, son conceptos que explica y detalla en función de los modelos que ya han surgido en ciertos lugares logrando mejorar su entorno, todo esto sin centrarse en lo tecnológico pero sí ponderando la innovación con este componente.

Totalmente recomendable pues creo que la innovación viene por el dominio virtuoso de tal o cual tarea y los países latinoamericanos comienzan en ese dominio, lenta y aletargadamente, para comenzar a plantearse lo siguiente: Crear o morir.

Además felicito al Dr. Armando Ahued, Secretario de Salud del Distrito Federal y a su equipo, pues lo menciona el autor en su última página (la primera y última páginas son de las más recordadas) como un innovador en políticas públicas con incidencia social gracias a sus Clínicas en el Metro.

Les dejo el índice y se los recomiendo ampliamente:

Prologo

1. El Mundo que se viene.
2. Gastón Acurio: el chef que regala sus recetas.
3. Jordi Muñoz y el movimiento de los makers.
4. Bre Pettis y la nueva Revolución Industrial.
5. Rafael Yuste y los manipuladores del cerebro.
6. Pep Guardiola y el arte de innovar cuando se está ganando.
7. Branson, Musk, Kargieman y el arte de reinventarse.
8. Salman Khan y las “escuelas al revés”.
9. Zolezzi, Von Ahn y los innovadores sociales.
  10. Los cinco secretos de la innovación.

Notas.
Agradecimientos.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Éxodo, Dioses y Reyes. De Ridley Scott


Sin duda la mayoría de nosotros simpatizamos con un dios o con un rey, los que no simpatizan, ni con uno ni con otro, no se preocupen también pueden seguir leyendo si es que simpatizan con el cine. De hecho, esta es la base en la premisa del argumento para la nueva película del director de Blade Runner, Gladiador y Alien, el octavo pasajero; premisa que parte con la idea de que en el mundo occidental la mayoría, si no es que todos, conocen la historia de las Diez Plagas, la salida de Egipto y la Apertura del Mar Rojo, en el contexto de la vida del personaje bíblico Moisés. Interesante el término “Reyes” en el título dado que solo en el Faraón se condensan ambos conceptos, Dios y Rey, no así entre los hebreos quienes tuvieron rey hasta mucho después del éxodo.

Ridley Scott es un director ecléctico en cuanto a temas nos referimos, también es sin duda alguna un virtuoso de la cinematografía colocando en el ideario general del séptimo arte más de una película “de culto”. Scott sabe contar historias tan claramente que es fácil mantenerlo en el panorama con alguna de sus obras, a destacar en lo personal: Thelma y Louis, Black Hawk Down, A Good Year (mi favorita del director) y American Ganster.

En esta ocasión y con los claros dilemas de los que parte por lo “manoseado” de la historia, Scott se destaca con un filme duro, racional y bien realizado. Algunas críticas se clavan mucho en el argumento, Moisés, Dios y el Faraón, también tienden a compararla con la clásica Los Diez Mandamientos de 1956 del director De Mille, y hasta con la animación de Dream Works El Príncipe de Egipto. Lo cierto es que supera a ambas con creces aunque su intención no es contar la historia de Moisés, pues quedaría muy corto, más bien el tema se centra en la relación entre el Faraón viejo, Moisés y el Faraón heredero, lo cual resumiría en Relaciones entre Realeza, Divinidad y un pelado hebreo.


   Las actuaciones medianas a las que nos tiene acostumbrados Bale se ven todavía más opacadas por la grandilocuencia de la fotografía, los efectos especiales, visuales y sonoros, y por lo fuerte de la historia, fuerte en el sentido de que es una historia contada innumerable cantidad de veces y vigente por su significado intrínseco. Scott nos regala desde la cámara de Dariusz Wolski (El Cuervo, Sweeny Todd, Alicia en el País de las Maravillas y Piratas del Caribe) una fotografía impresionante; nos sumerge, en algunas ocasiones literalmente, en el Nilo y sus alrededores con esa megalomanía faraónica que nos fascina, cabe puntualizar que Scott no está de acuerdo con la teoría de que Napoleón tumbó la nariz de la Esfinge; y también le da vida a Nun, Josué y Séfora, entre otros, con su toque dramático y eufórico.

Moisés y su primo, el futuro faraón Ramsés, son enviados a una batalla en donde se augura que quien salve la vida del otro será un gran líder, al retornar de la batalla el Faraón Padre se entera que Moisés es quien será ese gran líder y, con alguna reminiscencia de Gladiador, le dice que preferiría que él (Moisés) fuera el siguiente Faraón. Siguiendo la historia bíblica Moisés, mata a un guardia Egipcio y se desata el drama y la tragedia. Durante su exilio, Moisés se casa con Séfora y tienen un hijo, Gerson. Dios le habla a Moisés llamando su atención con una zarza ardiente y en la persona de un pequeño niño, quien a partir de ahí encarnará al Todopoderoso. Posterior a un manejo lógico de las primeras plagas Moisés le pide a Dios que se aliviane pero ese niñito visceral no se alinea y termina matando a los primogénitos de los egipcios. El pueblo hebreo sale de Egipto y después de cruzar el mar en seco, sin esa escena esperada de que Moisés lo partiera en dos, cada cual, Moisés y Ramsés, siguen su vida dirigiendo a dos culturas de las cuales solo el Dios de una prevalecerá para siempre.


Scott nos ha dado una obra maestra que se perderá entre su filmografía de culto, no caben las interpretaciones previas ni personales de los hechos bíblicos, sus teofanías quedarán plasmadas en una película mediana de la que destaca la sinceridad y el escepticismo, su intención de realismo y su narrativa épica con los elementos grandilocuentes necesarios, dejando muy por debajo al Noah de Aronofsky y borrando a la pésima Pasión de Cristo de Gibson por mencionar un par. Esperemos que alguna zarza ardiente o un niño berrinchudo o Dios mismo le siga hablando a Scott para que le de salida a obras grandiosas como lo sabe hacer.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Magia a la luz de la luna, de Woody Allen


 Todos, alguna vez, hemos sido impresionados por algún mago, con actos de escapismo, desapareciendo monumentos históricos, incluso con levitaciones o hasta con un simple truco de cartas. Woody Allen es un mago. Más allá del genio cinematográfico Allen es todo un mago, un cineasta que a lo largo de más de cuarenta años ha acumulado trucos y ha generado una mística propia alrededor de sus filmes.

No hay secretos, ni cánones a los que obedezca la constancia de Allen como escritor y director, sus temas son variados, sus actores diversos y sus películas vigentes que por igual directores consagrados o novatos admiran y respetan su trabajo. También es cierto que el cine de Woody no es apreciado ni buscado por el público como el de otros directores, pero de ninguna manera resta genialidad y mucho menos calidad a su obra.

Magia a la luz de la luna es muestra de persistencia en su estilo. El tema de la película no gira en torno a la magia, Allen es el peor de los creyentes en la magia, más bien se centra desde la perspectiva del Allen escritor, en el engaño, desde la primera secuencia y hasta la última se presentan las artes del engaño con una característica de la filmografía de Woody, la excelencia; Woody Allen no es una marca registrada ni una industria a parte en el mundo del cine, es un creador que ha generado la excelencia en sus guiones y en la manera de dirigir sus producciones. Es precisamente su manera de contar una historia, al fin y al cabo el cine se centra en contar historias, lo que ha generado un sello o estilo atractivo y de una excelencia significativa. Magia a la luz de la luna es eso, el arte del engaño llevado con excelencia.


De los estilos más criticados en el cine, el de Allen es sin guardar las debidas proporciones, el más. Nuestro cineasta ya entrado en años es un sobreviviente de aquella generación de directores que deja los temas épicos y megalómanos con los que nació Hollywood y pasa a lo cotidiano, a relatar la vida de los mortales seres habitantes de este planeta mundano y diabólico, de ahí que sus acérrimos críticos lo tachen de ser un director lleno de clichés y temas recurrentes, siendo sinceros de alguna forma lo es, solo que no en ese sentido. El cineasta neoyorquino nos ha heredado grandes obras cinematográficas, también películas buenas, otras medianamente buenas, pero nunca malas películas; la mística creada por su obsesión en lo bien realizado ha dotado a artistas, actores, fotógrafos y demás, de una influencia poderosa en sus carreras individuales siendo esto otro componente en el estilo de nuestro mago de la cinematografía.

Ambientada y más que ambientada, enmarcada en la Francia de aquellos años veinte del siglo pasado, Allen nos dibuja el perfil del escéptico decimonónico peleado con la vida, nuevamente la amargura y la obsesión por el realismo acentuadas por la alta cultura hacen mofa de lo irreal y de lo simple, un mago de profesión es invitado por un colega a desenmascarar a una espiritista que pretende aprovecharse de la ignorancia de una familia adinerada, después de ser engañado también por la confabulación del amigo y la supuesta espiritista y con el omnipresente engaño, nuestro mago de reconocimiento internacional a la par de que se enamora también descubre la treta y regresa a su pesimismo habitual no sin antes pasar por algunas mini aventuras y llegar a su desenlace.

Con una fotografía casi inmejorable de Darius Khondji (Amour, Seven, Delicatessen, etc.), con un diseño de arte de la genial Anne Seibel (Marie Antoniette, Munich, Midnigth in Paris, etc.), con unas actuaciones de lo más decentes de Colin Firth y la in crecendo Emma Stone, el gran mago Woody Allen nos aprisiona en su mente mostrándonos la clase de artilugios que aun tiene en la chistera para seguir aportando a la cinematografía mundial este arte que hoy por hoy se encuentra lleno de directores, buenos y malos, pero con un solo Woody Allen que se resiste al tiempo y que seguramente su último gran acto será la inmortalidad.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Indignémonos y manifestemos nuestra indignación.

Las luces del alumbrado público de la Ciudad de México no eran, en es esos tiempos, muchas ni muy luminosas, yo era un chamaco de 16 años que comenzaba a encontrar su lugar en el mundo; de repente en el paradero de microbuses se escucharon disparos, gritos, en pocos minutos eso se convirtió en una “escena del crimen” llena de patrullas, ambulancias y curiosos, me acerqué entre la multitud y alcancé a ver a la víctima, una chica como de 25 años con su uniforme de trabajo, puse pausa a All apologies que sonaba en mi walkman y me hice para atrás mientras le colocaban una manta blanca encima y le colocaban una veladora.

                Lo sucedido en Ayotzinapa es un crimen, ya sea de Estado, de un grupo delictivo o de ambos, los crímenes deben resolverse y castigar al culpable según las leyes vigentes, al momento los supuestos autores intelectuales están localizados y bajo custodia de las autoridades. Lo anterior suena lógico y óptimo, pero en México no es así. En lo particular no creo mucho lo que dicen las televisoras y los medios acerca del tema, no creo mucho en lo que dicen las autoridades acerca del tema, en lo que sí creo es en la cara y en el dolor de sus familiares y en que, regresen o no, su vida nunca será la misma.

                Nunca supe porqué habían matado a la joven en el paradero de Mixcoac, nunca supe si se hizo justicia, lo que sí sé es que ella nunca llegó a su casa y que sus seres queridos no volvieron a ver su sonrisa, sus padres nunca volvieron a ver a la hija hermosa que acogían sus brazos, sus hijos nunca volvieron a ver a la madre trabajadora que les daba amor y comida. Durante mucho tiempo cuando salía en el microbús del paradero pasaba encima de la silueta pintada en el suelo de una mujer como de 25 años que murió de dos disparos y que nunca regreso a su casa. All apologies aún me trae a la cabeza sus ojos sin vida.

                Ayotzinapa dejó de ser el nombre de una comunidad en el Estado de Guerrero, no solo se une a la larga lista, Tlatelolco, Aguas Blancas, Acteal, Ciudad Juárez, Atenco, Casino Royal, Tlataya, por mencionar algunas; Ayotzinapa es ya también un sinónimo de Indignación, miles marcharon, se manifestaron y padecieron muerte por su indignación en Tlatelolco, otros miles lo hicimos por Aguas Blancas, por Acteal, por Ciudad Juárez, por el mismo Tlatelolco y un largo y doloroso etcétera, no pasó nada. También se levantó el EZLN en 1994 y varios miles marchamos en 1995 y 1996 por mejorar las condiciones de pobreza e inseguridad en la Ciudad de México y algo pasó. Se fundó el PRD como una nueva opción política que sirvió para catalizar estas manifestaciones de inconformidad incluida el EZLN y a la luz de la historia vemos que solo sirvió de manera momentánea y en su mayoría en esta ciudad. Y de las incógnitas: ¿Qué pasará con Ayotzinapa?  ¿Qué sucederá después por lo ocurrido en Ayotzinapa? Parece que ya tenemos la respuesta.
                
             Han pasado veinte años de que una joven murió en aquel paradero de Mixcoac y la vida me ha impuesto el dolor de observar más tragedias similares. Por esos tiempos durante mis estudios en el C.C.H. Sur y después de las primeras elecciones para elegir a nuestro gobernante en el Distrito Federal, tres personajes ofrecieron un panel de discusión en torno a el Movimiento de 1968 y sus repercusiones; el panel desbordó ideología de izquierda, ensalzó los efectos positivos incluidos los político electorales que pusieron a Cuauhtémoc Cárdenas en la Jefatura de Gobierno y terminó con canciones de Silvio Rodríguez y Óscar Chávez, en esa ocasión mi mente se empecinó en darle sentido a La era está pariendo un corazón con la fuerte carga sentimental en los ojos de Rosario Ibarra De Piedra por la desaparición de su hijo quién hasta la fecha no ha sido encontrado.

                Ya me cansé, externó en una conferencia de prensa el procurador Murillo Karam, quién en los noventa se desempeñó como Gobernador de Hidalgo, cargo que dejó en medio de un enriquecimiento inexplicado, para colocarse como Subsecretario de Seguridad Pública en la SEGOB. Ya me cansé, fue la frase que indignó a los manifestantes que apoyan a los familiares de Ayotzinapa y a los que de alguna forma le hemos dado seguimiento al tema. Estamos en el segundo mes de la desaparición forzada de los normalistas y en medio del descontento social local e internacional el encargado de la procuración de justicia en el país ya se cansó, la supuesta autoridad que tiene en sus manos las investigaciones, ya se cansó.

                En 2001 abracé la doctrina protestante en su manifestación Pentecostal, la cual desde entonces me ha obsequiado una forma de pensar y de vivir diferente en muchos sentidos, también me ha dado una óptica un poco más integral de lo que sucede a mi rededor. Pero lo mejor que me ha dado esta cosmovisión es no ser indiferente al dolor de los demás, aquí me permito citar a un pastor protestante luterano que fue preso en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

                Martin Niemöller, este pastor, se entrevistó con Hitler el cuál en los inicios de su carrera política engañó a las iglesias cristianas, incluidas la Católico Romana, pero cuando se dio cuenta de las intenciones del nazismo, unió a la iglesia en una confraternidad de iglesias protestantes alemanas para hacerle frente al Fürer, lo que le costó la libertad. Con lo anterior me refiero a la cosmovisión que el protestantismo me ha ayudado a complementar y también quiero ejemplificar que Martin Niemöller, Lutero, Martin Luther King Jr., Teresa de Calcuta, Samuel Ruíz, Alejandro Solalinde y una larga lista, han tomado la postura, superior a la religión o credo, de oponerse a lo que está mal hecho y esto no es por otra cosa que por el amor a la vida, por la indignación que produce la violencia hacia los pobres y desamparados, por la injusticia con la que el sistema resuelve las cosas.

                Desafortunadamente la iglesia protestante en México está más preocupada por el culto del domingo, por los congresos, por la siguiente asamblea distrital, y de ninguna manera está mal, pero está cambiando su primogenitura por un plato de religiosidad y liturgias, a los “líderes” les interesa más decirle a los chavos que no escuchen All Apologies ni La era esta pariendo un corazón, que fomentarles la información y la crítica, insisto que tampoco está de más el fomentar el civismo, el fomentar ser buen ciudadano y buen cristiano, pero eso es un deber, como orar es un deber, no es una acción por cambiar el entorno. Cristo no se sentó a orar solamente, no se limitó a cumplir con la ley, a Pablo no le bastó con reconocer a Cristo sobre su religión Judía. Ellos hicieron algo.

                ¿Qué hacer? Algunas personas piensan que manifestar su indignación nos pondría en una postura de rebeldía o de resistencia a la autoridad, pero esto no es de ninguna manera contrario, en este escrito no quiero ponerme hermenéutico, pero en un sistema democrático como el mexicano la autoridad recae en los ciudadanos, en el pueblo, no en el presidente de la nación, él ha sido investido con un poder que le damos por medio de una elección, este designa a sus colaboradores, su gabinete, lo hace por voluntad y sin consultar a los ciudadanos lo cual se entiende porque en teoría el presidente y los gobernadores, diputados y senadores hacen la voluntad de los ciudadanos que tenemos un contrato social con las leyes, esto es la constitución y etcétera, pero hay que ser tajantes, ni el presidente, ni los diputados, ni los senadores, ni el gabinete del presidente, ninguno de ellos es nuestra autoridad, en sentido más estricto, nuestra autoridad es el contrato social y este es el que ha sido quebrantado.

                Los protestantes, evangélicos y cristianos en general, somos ciudadanos, somos parte del pueblo que en una democracia es la autoridad, no veamos de manera dogmática al presidente y demás como nuestra autoridad, con eso podría quitarse un poco el sentido de "falta a la autoridad" que tenemos arraigado como pueblo cristiano. Entendiendo esto el compromiso aumenta pues somos responsables, en general el pueblo e incluidos los evangélicos, de haber dejado crecer este sistema que se ha salido de las proporciones tolerables, si es que este tipo de injusticias son tolerables en alguna medida. Nuestros hermanos también han sido perseguidos, desaparecidos y ejecutados, sin irnos a las persecuciones históricas tenemos Acteal en la que los ejecutados por paramilitares armados por el gobierno, eran evangélicos y los inocentes que fueron inculpados por el hecho también eran evangélicos, no hicimos nada.

                Otra cuestión a dilucidar y que corresponde a los ministros cristianos, es la cuestión política, nuestras leyes establecen que las religiones y específicamente los ministros registrados en la SEGOB, no deben incurrir en actos políticos, pero de ninguna manera recomiendo tal cosa y solo se necesita echarle un vistazo a los artículos 24 y 130 constitucionales para ver que no hay mayor problema con tener y externar una postura de censura a los hechos de Ayotzinapa dentro de los márgenes de la ley.

                Hemos guardado silencio, un silencio lastimero casi pusilánime, hemos sido indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos mexicanos, nos hemos conformado con repetir como periquitos famosas sentencias como “debemos ser luz entre las tinieblas”, “oremos por ellos”, “hagamos lo que nos corresponde para poner el ejemplo”, “busquemos la voluntad de Dios”, “prediquemos el evangelio”, eso es lo mínimo y lo básico que debemos hacer. Orar, ayunar, interceder… son deberes que ya, en teoría, hacemos, pero qué más, qué sigue, o nos conformaremos con hacer solo lo que nos corresponde como siervos malos.

                Los partidos políticos nos han quedado mal, las comisiones de derechos humanos también, lo escribo como ciudadano y a título personal, no logran representar nuestro interés de justicia y rendición de cuentas por parte del gobierno ni de ellos mismos. Actualmente en México se necesitan alrededor de 220 mil ciudadanos para constituir un partido político, los protestantes evangélicos en la ciudad somos más o menos 475 mil según el INEGI, no quiero decir que constituyamos un partido o dos, lo que pretendo ejemplificar es que ya somos una fuerza ciudadana tangible que no se organiza y que más bien se aísla en sus “cotos de poder” llamados denominaciones, de las cuales las más grandes son El Concilio Nacional de las Asambleas de Dios A.R. y la Iglesia Nacional Presbiteriana A.R., esto no es a manera de crítica o reclamo, entiendo perfectamente la postura apolítica que se debe mantener para no violentar el Estado Laico, lo que no entiendo es la postura de indiferencia que esto ha producido al interior de las congregaciones.

                Son nuestros jóvenes los que se encuentran bombardeados de información en los medios de comunicación masivos, en las redes sociales, ellos son miembros de universidades y colectivos culturales, son ellos quienes seguramente están ávidos de encontrar una postura en la institución más importante después de la familia, su congregación o bien La Iglesia, no solo los jóvenes están al garete de esto, los padres también, de cierto no sé qué postura encuentran, lo que sí sé es que esos jóvenes ya están manifestando su inconformidad con los hechos de Ayotzinapa a veces sin la certeza de que están haciendo algo bueno, por el miedo que puede imponer el dogmatismo.


                Organicemos una fraternidad de evangélicos en la que se aborden estos temas, en la que se generen posturas y manifiestos, en la que se aproveche la experiencia y la formación profesional de los miembros para realizar contenidos de actualidad y estos sean difundidos, en paralelo hagamos foros en los que miembros destacados de diversas denominaciones respondan dudas referentes al tema y así tomen posturas en relación a los mismos, fortalezcamos los grupos de jóvenes para que entiendan bien su participación cívica fuera de las congregaciones y mientras organizamos todo lo anterior, lo urgente es que salgamos a la calle de forma pacífica identificados como protestantes evangélicos a manifestar nuestra indignación y nuestra solidaridad con el dolor de los familiares de los 43 seres humanos que han sido víctimas de un crimen y que como ciudadanos que también somos esperamos que los encuentren con vida y se esclarezca este asunto. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

Aniversario


Por alguna extraña alineación de los astros, por alguna rara formación autodidáctica, por pertenecer a una generación “X” o incluso por haber comido puro chocorol cuando chiquillo, no soy adepto de celebrar a la usanza coloquial los aniversarios llámense cumpleaños, centenarios, luctuosos, memoriales y todo lo amplio de un etcétera. Soy más bien de autoanálisis, de autocrítica, de reflexión y de personalizar cualquier acción o actividad de encomiar a la “festejada” o “festejado” sea una persona, un evento histórico o una institución.


Todos los años son diferentes, nadie vive lo mismo que el anterior, entonces ¿porqué celebrar igual todos los aniversarios? Incluso algo más profundo ¿porqué celebrar? No tengo la respuesta, más bien una propuesta que más adelante comentaré. Por lo pronto y a manera de mensaje a mi amada esposa lo siguiente:

    Estos siete años han sido maravillosos, los mejores siete años de mí existencia en esta vida, el transcurrir del tiempo a tu lado nos ha fortalecido en lo individual, has sido la mejor esposa, la mejor madre, la mejor mujer, la más paciente, la más impactante, la más amable, tú significas el pilar más fuerte de nuestra familia y nuestras hijas no pueden tener mejor ejemplo de esfuerzo y empuje que el tuyo, nuestras madres no pueden tener mejor hija natural y adoptiva (nuera) que tú, mi hermana no puede tener mejor hermana adoptiva que tú, eres asombrosa, extraordinaria y hermosa, las personas que trabajan contigo son afortunadas de tenerte y esta misma ciudad no sería la misma sin ti, nuestro país y nuestro mundo no sería lo mismo si tú no estuvieras en él; te amo y te ruego que nos permitas a tú familia, a los habitantes de esta tierra, a los seres celestiales, a las generaciones previas y venideras, seguir contando con un ser humano tan bello que aporta para hacer de este trajinar más llevadero, permítenos seguir reflejando en tus ojos nuestras caras amorosas, sigue disponiendo siempre tus brazos para descansar en ellos y encontrar alivio en lo cálido de tus caricias. También te bendigo amada esposa, agradezco a nuestro sabio Dios por ponerte en mi camino y por iluminarte para que tu brillo nos sea consuelo y fuerza en la construcción de esta familia que te debe todo.


     Deberíamos esforzarnos más en celebrar a nuestros seres queridos, dejar las flores para diario o una vez al mes, poner atención en las transformaciones y cambios que ha sufrido la persona y con base en ello personalizarle un momento del día a celebrar, no solo mandar a hacer un pastel con el personaje en turno o de moda, los regalos caros casi siempre obedecen a una necesidad y la mayoría de las veces los íbamos a adquirir de todas formas, porqué no plantar un árbol y hacer un día de campo junto a él, porqué no comprar un juego de mesa según su personalidad y darle hasta la noche, cenas y comidas pueden ser un aderezo no el centro de la celebración, porqué no aprender a hacer cerveza artesanal y ese día regalarle una con etiqueta personalizada, no solo con su nombre o foto, porqué no asistir a algún museo con una exposición adecuada al momento, también podríamos aprender a tejer y hacerle alguna funda para su nueva sala, compu o qué sé yo, hay miles de posibilidades incluyendo el no celebrar, podríamos sentarnos en la sala y platicar, charlar, reír, llorar mientras cae la madrugada agradeciendo la existencia del ser querido y nada más. Pero es más fácil cumplir con el requisito social de los globos, el pastel, las velitas, las mañanitas y pensar “que buena persona soy yo al celebrarle a alguien más” y si no hubo los suficientes recursos para hacerlo sentir “qué mala persona soy por no tener para celebrarle”. No queridos lectores, rompamos el paradigma y ponderemos lo importante, la persona, las relaciones, lo afectivo, todo lo demás es pura demagogia.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Filosofía natural del amor, de Sebastián Hiriart.


El sábado pasado asistí a la Cineteca Nacional en búsqueda de “algo que ver”, no hay mejor sitio que la mítica Cinepuerca para esa encomienda, ni en internet se puede sentir la emoción de una búsqueda personal en la que se invertirá 2 horas (en promedio) de vida, mi principal intención era degustar alguna producción francesa del Tour de Cine Francés, la segunda opción era algo de Cine Nórdico (lo que sea que eso signifique) y la tercera cualquier otra; y así fue, generalmente evito producciones mexicanas en el cine por un prejuicio personal pero algo llamó mi atención, ese algo fue meramente coyuntural pues unos días atrás me atreví ver la biopic “Cantinflas” refrendando ese prejuicio al cine “nacional”, ese algo fue el título de la película y el nombre del director.

Generalmente las películas exponen la cosmovisión de los realizadores en cuanto a un tema determinado, Bergman, Godard, Einsenstein, Kubrick no me dejarán mentir, pero también generalmente estos autores no lo declararon en los títulos de sus filmes, Hiriart lo declara peligrosamente, y más arrojado suena hacerlo con el término “Filosofía” en el título. Con una pronta googleada uno se entera de quién es Sebastián Hiriart, por lo menos de forma somera, facebook, twitter, youtube, uno se da cuenta de su devoción por el cine, en México si no hay devoción por el cine se terminan haciendo películas como la gran mayoría de ellas en las últimas tres décadas, si no hay devoción se acentúa la pretensión; y creo que lo más pretencioso de esta película es su título, pero los títulos no son la película. Bajo este breve (instantáneo) análisis compré mi boleto y me dirigí a la dulcería, infame dulcería la de la Cineteca, infame la distribución arquitectónica de la Cineteca, infame su remodelación en general (no está fea) que pudo estar mejor planeada.

Con unas palomitas, refresco y pasas cubiertas de chocolate me dirigí a la sala 10, sin usar silla de ruedas me chuté la eterna rampa de subida y llegué a la sala, para mi sorpresa estaba llena (a un 90 por ciento), me senté en la primera fila pues mi cabalística séptima fila estaba repleta de chavitos de entre 15 y 20 años, como la mayoría de la sala. El destino me soltó a rajatabla un corto llamado “El regreso del vampiro” (Lew Landers se nos vuelve a morir) que me robó 6 minutos de vida, para después dar paso a la película.

Inmediatamente se percibe la temática de la película, sin ser predecible, lo experimental de sus tomas y su guión, sus actores profesionales y aficionados, pero lo que me hizo permanecer en la sala a pesar de la charla de la pareja sentada a mi lado fue la sensación que me provocó, no recuerdo una película de realización mexicana que haya visto en una sala de cine que me haya provocado algo desde Amores Perros (no quiero decir que me gustó), fuera de una sala otra película que me provocó e incluso me gustó fue “Paradas Continuas”; la sensación surgió por dos elementos, el audio y la fotografía, se agradece cuando en una producción latinoamericana el audio es decente, pero la fotografía es buena, no he visto más cine del director Hiriart, pero buen fotógrafo sí es.

A mi parecer el ritmo del filme es caótico pero interesante, lo que puede generar una buena “voz”, estilo, del director, el guión es muy decente y los actores le dieron algunos buenos acentos y matices, no hay una historia como tal a la que se enfoque pero la omnipresencia del concepto “amor” como hilo conductor da buenos resultados, las minucias que encuentra este “amor” logran proyectar la intensión del director, la cual creo yo es verter lo visceral y tierno, lo grotesco y canónico,  lo chido y gacho, lo convencional y exótico, que para él significa y que en general hacen de este “ensayo cinematográfico que yuxtapone…” un opción para voltear una vez más a lo producido en México.


Como espectador me hubiera gustado escuchar música estridente, algo de jazz o que hubiera diálogos más extensos con actuaciones más apasionadas, es más hasta otro título, me hubiera gustado una mejor dulcería en la Cineteca (las pasitas con chocolate son una grosería), me hubiera gustado una escalera para subir a las salas, una mejor distribución planeada de la arquitectura y una industria cinematográfica más decorosa en este país, pero esto es lo que tenemos y la virtud de creadores como Sebastián está en ello, en hacer lo suyo con los elementos que tiene a la mano y en realidad no lo hace mal, por lo que tiene mi buena crítica y recomendación.