Las luces del alumbrado público
de la Ciudad de México no eran, en es esos tiempos, muchas ni muy luminosas, yo
era un chamaco de 16 años que comenzaba a encontrar su lugar en el mundo; de
repente en el paradero de microbuses se escucharon disparos, gritos, en pocos
minutos eso se convirtió en una “escena del crimen” llena de patrullas,
ambulancias y curiosos, me acerqué entre la multitud y alcancé a ver a la
víctima, una chica como de 25 años con su uniforme de trabajo, puse pausa a All apologies que sonaba en mi walkman y
me hice para atrás mientras le colocaban una manta blanca encima y le colocaban
una veladora.
Lo
sucedido en Ayotzinapa es un crimen, ya sea de Estado, de un grupo delictivo o
de ambos, los crímenes deben resolverse y castigar al culpable según las leyes
vigentes, al momento los supuestos autores intelectuales están localizados y
bajo custodia de las autoridades. Lo anterior suena lógico y óptimo, pero en
México no es así. En lo particular no creo mucho lo que dicen las televisoras y
los medios acerca del tema, no creo mucho en lo que dicen las autoridades
acerca del tema, en lo que sí creo es en la cara y en el dolor de sus
familiares y en que, regresen o no, su vida nunca será la misma.
Nunca
supe porqué habían matado a la joven en el paradero de Mixcoac, nunca supe si
se hizo justicia, lo que sí sé es que ella nunca llegó a su casa y que sus
seres queridos no volvieron a ver su sonrisa, sus padres nunca volvieron a ver
a la hija hermosa que acogían sus brazos, sus hijos nunca volvieron a ver a la
madre trabajadora que les daba amor y comida. Durante mucho tiempo cuando salía
en el microbús del paradero pasaba encima de la silueta pintada en el suelo de
una mujer como de 25 años que murió de dos disparos y que nunca regreso a su
casa. All apologies aún me trae a la
cabeza sus ojos sin vida.
Ayotzinapa
dejó de ser el nombre de una comunidad en el Estado de Guerrero, no solo se une
a la larga lista, Tlatelolco, Aguas Blancas, Acteal, Ciudad Juárez, Atenco,
Casino Royal, Tlataya, por mencionar algunas; Ayotzinapa es ya también un
sinónimo de Indignación, miles marcharon, se manifestaron y padecieron muerte
por su indignación en Tlatelolco, otros miles lo hicimos por Aguas Blancas, por
Acteal, por Ciudad Juárez, por el mismo Tlatelolco y un largo y doloroso
etcétera, no pasó nada. También se levantó el EZLN en 1994 y varios miles
marchamos en 1995 y 1996 por mejorar las condiciones de pobreza e inseguridad
en la Ciudad de México y algo pasó. Se fundó el PRD como una nueva opción
política que sirvió para catalizar estas manifestaciones de inconformidad incluida
el EZLN y a la luz de la historia vemos que solo sirvió de manera momentánea y
en su mayoría en esta ciudad. Y de las incógnitas: ¿Qué pasará con
Ayotzinapa? ¿Qué sucederá después por lo
ocurrido en Ayotzinapa? Parece que ya tenemos la respuesta.
Han
pasado veinte años de que una joven murió en aquel paradero de Mixcoac y la
vida me ha impuesto el dolor de observar más tragedias similares. Por esos tiempos
durante mis estudios en el C.C.H. Sur y después de las primeras elecciones para
elegir a nuestro gobernante en el Distrito Federal, tres personajes ofrecieron
un panel de discusión en torno a el Movimiento de 1968 y sus repercusiones; el
panel desbordó ideología de izquierda,
ensalzó los efectos positivos incluidos los político electorales que pusieron a
Cuauhtémoc Cárdenas en la Jefatura de Gobierno y terminó con canciones de
Silvio Rodríguez y Óscar Chávez, en esa ocasión mi mente se empecinó en darle
sentido a La era está pariendo un corazón
con la fuerte carga sentimental en los ojos de Rosario Ibarra De Piedra por la
desaparición de su hijo quién hasta la fecha no ha sido encontrado.
Ya me cansé, externó en una conferencia
de prensa el procurador Murillo Karam, quién en los noventa se desempeñó como
Gobernador de Hidalgo, cargo que dejó en medio de un enriquecimiento
inexplicado, para colocarse como Subsecretario de Seguridad Pública en la
SEGOB. Ya me cansé, fue la frase que
indignó a los manifestantes que apoyan a los familiares de Ayotzinapa y a los
que de alguna forma le hemos dado seguimiento al tema. Estamos en el segundo
mes de la desaparición forzada de los normalistas y en medio del descontento
social local e internacional el encargado de la procuración de justicia en el
país ya se cansó, la supuesta autoridad que tiene en sus manos las investigaciones,
ya se cansó.
En
2001 abracé la doctrina protestante en su manifestación Pentecostal, la cual desde entonces me ha obsequiado una forma de
pensar y de vivir diferente en muchos sentidos, también me ha dado una óptica un
poco más integral de lo que sucede a mi rededor. Pero lo mejor que me ha dado
esta cosmovisión es no ser indiferente al dolor de los demás, aquí me permito
citar a un pastor protestante luterano que fue preso en campos de concentración
durante la Segunda Guerra Mundial:
Cuando los nazis vinieron a
llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los
socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los
sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los
judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
no había nadie más que pudiera protestar.
Martin
Niemöller, este pastor, se entrevistó con Hitler el cuál en los inicios de su
carrera política engañó a las iglesias cristianas, incluidas la Católico
Romana, pero cuando se dio cuenta de las intenciones del nazismo, unió a la
iglesia en una confraternidad de iglesias protestantes alemanas para hacerle
frente al Fürer, lo que le costó la libertad. Con lo anterior me refiero a la
cosmovisión que el protestantismo me ha ayudado a complementar y también quiero
ejemplificar que Martin Niemöller, Lutero, Martin Luther King Jr., Teresa de Calcuta,
Samuel Ruíz, Alejandro Solalinde y una larga lista, han tomado la postura,
superior a la religión o credo, de oponerse a lo que está mal hecho y esto no
es por otra cosa que por el amor a la vida, por la indignación que produce la
violencia hacia los pobres y desamparados, por la injusticia con la que el
sistema resuelve las cosas.
Desafortunadamente
la iglesia protestante en México está más preocupada por el culto del domingo,
por los congresos, por la siguiente asamblea distrital, y de ninguna manera
está mal, pero está cambiando su primogenitura por un plato de religiosidad y
liturgias, a los “líderes” les interesa más decirle a los chavos que no
escuchen All Apologies ni La era esta pariendo un corazón, que fomentarles
la información y la crítica, insisto que tampoco está de más el fomentar el
civismo, el fomentar ser buen ciudadano y buen cristiano, pero eso es un deber,
como orar es un deber, no es una acción por cambiar el entorno. Cristo no se
sentó a orar solamente, no se limitó a cumplir con la ley, a Pablo no le bastó
con reconocer a Cristo sobre su religión Judía. Ellos hicieron algo.
¿Qué
hacer? Algunas personas piensan que manifestar su indignación nos pondría en
una postura de rebeldía o de resistencia a la autoridad, pero esto no es de
ninguna manera contrario, en este escrito no quiero ponerme hermenéutico, pero
en un sistema democrático como el mexicano la autoridad recae en los
ciudadanos, en el pueblo, no en el presidente de la nación, él ha sido
investido con un poder que le damos por medio de una elección, este designa a
sus colaboradores, su gabinete, lo hace por voluntad y sin consultar a los
ciudadanos lo cual se entiende porque en teoría el presidente y los
gobernadores, diputados y senadores hacen la voluntad de los ciudadanos que
tenemos un contrato social con las leyes, esto es la constitución y etcétera, pero
hay que ser tajantes, ni el presidente, ni los diputados, ni los senadores, ni
el gabinete del presidente, ninguno de ellos es nuestra autoridad, en sentido
más estricto, nuestra autoridad es el contrato social y este es el que ha sido
quebrantado.
Los
protestantes, evangélicos y cristianos en general, somos ciudadanos, somos
parte del pueblo que en una democracia es la autoridad, no veamos de manera
dogmática al presidente y demás como nuestra autoridad, con eso podría quitarse
un poco el sentido de "falta a la autoridad" que tenemos arraigado como pueblo
cristiano. Entendiendo esto el compromiso aumenta pues somos responsables, en
general el pueblo e incluidos los evangélicos, de haber dejado crecer este
sistema que se ha salido de las proporciones tolerables, si es que este tipo de
injusticias son tolerables en alguna medida. Nuestros hermanos también han sido
perseguidos, desaparecidos y ejecutados, sin irnos a las persecuciones
históricas tenemos Acteal en la que los ejecutados por paramilitares armados
por el gobierno, eran evangélicos y los inocentes que fueron inculpados por el
hecho también eran evangélicos, no hicimos nada.
Otra
cuestión a dilucidar y que corresponde a los ministros cristianos, es la
cuestión política, nuestras leyes establecen que las religiones y específicamente
los ministros registrados en la SEGOB, no deben incurrir en actos políticos,
pero de ninguna manera recomiendo tal cosa y solo se necesita echarle un
vistazo a los artículos 24 y 130 constitucionales para ver que no hay mayor
problema con tener y externar una postura de censura a los hechos de Ayotzinapa
dentro de los márgenes de la ley.
Hemos
guardado silencio, un silencio lastimero casi pusilánime, hemos sido
indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos mexicanos, nos hemos conformado
con repetir como periquitos famosas sentencias como “debemos ser luz entre las
tinieblas”, “oremos por ellos”, “hagamos lo que nos corresponde para poner el
ejemplo”, “busquemos la voluntad de Dios”, “prediquemos el evangelio”, eso es
lo mínimo y lo básico que debemos hacer. Orar, ayunar, interceder… son deberes
que ya, en teoría, hacemos, pero qué más, qué sigue, o nos conformaremos con
hacer solo lo que nos corresponde como siervos malos.
Los
partidos políticos nos han quedado mal, las comisiones de derechos humanos
también, lo escribo como ciudadano y a título personal, no logran representar
nuestro interés de justicia y rendición de cuentas por parte del gobierno ni de
ellos mismos. Actualmente en México se necesitan alrededor de 220 mil
ciudadanos para constituir un partido político, los protestantes evangélicos en
la ciudad somos más o menos 475 mil según el INEGI, no quiero decir que constituyamos
un partido o dos, lo que pretendo ejemplificar es que ya somos una fuerza
ciudadana tangible que no se organiza y que más bien se aísla en sus “cotos de
poder” llamados denominaciones, de las cuales las más grandes son El Concilio Nacional
de las Asambleas de Dios A.R. y la Iglesia Nacional Presbiteriana A.R., esto no
es a manera de crítica o reclamo, entiendo perfectamente la postura apolítica que
se debe mantener para no violentar el Estado
Laico, lo que no entiendo es la postura de indiferencia que esto ha
producido al interior de las congregaciones.
Son
nuestros jóvenes los que se encuentran bombardeados de información en los
medios de comunicación masivos, en las redes sociales, ellos son miembros de
universidades y colectivos culturales, son ellos quienes seguramente están
ávidos de encontrar una postura en la institución más importante después de la
familia, su congregación o bien La
Iglesia, no solo los jóvenes están al garete de esto, los padres también, de
cierto no sé qué postura encuentran, lo que sí sé es que esos jóvenes ya están
manifestando su inconformidad con los hechos de Ayotzinapa a veces sin la
certeza de que están haciendo algo bueno, por el miedo que puede imponer
el dogmatismo.
Organicemos
una fraternidad de evangélicos en la que se aborden estos temas, en la que se
generen posturas y manifiestos, en la que se aproveche la experiencia y la
formación profesional de los miembros para realizar contenidos de actualidad y
estos sean difundidos, en paralelo hagamos foros en los que miembros destacados
de diversas denominaciones respondan dudas referentes al tema y así tomen
posturas en relación a los mismos, fortalezcamos los grupos de jóvenes para que
entiendan bien su participación cívica fuera de las congregaciones y mientras
organizamos todo lo anterior, lo urgente es que salgamos a la calle de forma
pacífica identificados como protestantes evangélicos a manifestar nuestra indignación
y nuestra solidaridad con el dolor de los familiares de los 43 seres humanos que
han sido víctimas de un crimen y que como ciudadanos que también somos esperamos
que los encuentren con vida y se esclarezca este asunto.