lunes, 10 de noviembre de 2014

Indignémonos y manifestemos nuestra indignación.

Las luces del alumbrado público de la Ciudad de México no eran, en es esos tiempos, muchas ni muy luminosas, yo era un chamaco de 16 años que comenzaba a encontrar su lugar en el mundo; de repente en el paradero de microbuses se escucharon disparos, gritos, en pocos minutos eso se convirtió en una “escena del crimen” llena de patrullas, ambulancias y curiosos, me acerqué entre la multitud y alcancé a ver a la víctima, una chica como de 25 años con su uniforme de trabajo, puse pausa a All apologies que sonaba en mi walkman y me hice para atrás mientras le colocaban una manta blanca encima y le colocaban una veladora.

                Lo sucedido en Ayotzinapa es un crimen, ya sea de Estado, de un grupo delictivo o de ambos, los crímenes deben resolverse y castigar al culpable según las leyes vigentes, al momento los supuestos autores intelectuales están localizados y bajo custodia de las autoridades. Lo anterior suena lógico y óptimo, pero en México no es así. En lo particular no creo mucho lo que dicen las televisoras y los medios acerca del tema, no creo mucho en lo que dicen las autoridades acerca del tema, en lo que sí creo es en la cara y en el dolor de sus familiares y en que, regresen o no, su vida nunca será la misma.

                Nunca supe porqué habían matado a la joven en el paradero de Mixcoac, nunca supe si se hizo justicia, lo que sí sé es que ella nunca llegó a su casa y que sus seres queridos no volvieron a ver su sonrisa, sus padres nunca volvieron a ver a la hija hermosa que acogían sus brazos, sus hijos nunca volvieron a ver a la madre trabajadora que les daba amor y comida. Durante mucho tiempo cuando salía en el microbús del paradero pasaba encima de la silueta pintada en el suelo de una mujer como de 25 años que murió de dos disparos y que nunca regreso a su casa. All apologies aún me trae a la cabeza sus ojos sin vida.

                Ayotzinapa dejó de ser el nombre de una comunidad en el Estado de Guerrero, no solo se une a la larga lista, Tlatelolco, Aguas Blancas, Acteal, Ciudad Juárez, Atenco, Casino Royal, Tlataya, por mencionar algunas; Ayotzinapa es ya también un sinónimo de Indignación, miles marcharon, se manifestaron y padecieron muerte por su indignación en Tlatelolco, otros miles lo hicimos por Aguas Blancas, por Acteal, por Ciudad Juárez, por el mismo Tlatelolco y un largo y doloroso etcétera, no pasó nada. También se levantó el EZLN en 1994 y varios miles marchamos en 1995 y 1996 por mejorar las condiciones de pobreza e inseguridad en la Ciudad de México y algo pasó. Se fundó el PRD como una nueva opción política que sirvió para catalizar estas manifestaciones de inconformidad incluida el EZLN y a la luz de la historia vemos que solo sirvió de manera momentánea y en su mayoría en esta ciudad. Y de las incógnitas: ¿Qué pasará con Ayotzinapa?  ¿Qué sucederá después por lo ocurrido en Ayotzinapa? Parece que ya tenemos la respuesta.
                
             Han pasado veinte años de que una joven murió en aquel paradero de Mixcoac y la vida me ha impuesto el dolor de observar más tragedias similares. Por esos tiempos durante mis estudios en el C.C.H. Sur y después de las primeras elecciones para elegir a nuestro gobernante en el Distrito Federal, tres personajes ofrecieron un panel de discusión en torno a el Movimiento de 1968 y sus repercusiones; el panel desbordó ideología de izquierda, ensalzó los efectos positivos incluidos los político electorales que pusieron a Cuauhtémoc Cárdenas en la Jefatura de Gobierno y terminó con canciones de Silvio Rodríguez y Óscar Chávez, en esa ocasión mi mente se empecinó en darle sentido a La era está pariendo un corazón con la fuerte carga sentimental en los ojos de Rosario Ibarra De Piedra por la desaparición de su hijo quién hasta la fecha no ha sido encontrado.

                Ya me cansé, externó en una conferencia de prensa el procurador Murillo Karam, quién en los noventa se desempeñó como Gobernador de Hidalgo, cargo que dejó en medio de un enriquecimiento inexplicado, para colocarse como Subsecretario de Seguridad Pública en la SEGOB. Ya me cansé, fue la frase que indignó a los manifestantes que apoyan a los familiares de Ayotzinapa y a los que de alguna forma le hemos dado seguimiento al tema. Estamos en el segundo mes de la desaparición forzada de los normalistas y en medio del descontento social local e internacional el encargado de la procuración de justicia en el país ya se cansó, la supuesta autoridad que tiene en sus manos las investigaciones, ya se cansó.

                En 2001 abracé la doctrina protestante en su manifestación Pentecostal, la cual desde entonces me ha obsequiado una forma de pensar y de vivir diferente en muchos sentidos, también me ha dado una óptica un poco más integral de lo que sucede a mi rededor. Pero lo mejor que me ha dado esta cosmovisión es no ser indiferente al dolor de los demás, aquí me permito citar a un pastor protestante luterano que fue preso en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

                Martin Niemöller, este pastor, se entrevistó con Hitler el cuál en los inicios de su carrera política engañó a las iglesias cristianas, incluidas la Católico Romana, pero cuando se dio cuenta de las intenciones del nazismo, unió a la iglesia en una confraternidad de iglesias protestantes alemanas para hacerle frente al Fürer, lo que le costó la libertad. Con lo anterior me refiero a la cosmovisión que el protestantismo me ha ayudado a complementar y también quiero ejemplificar que Martin Niemöller, Lutero, Martin Luther King Jr., Teresa de Calcuta, Samuel Ruíz, Alejandro Solalinde y una larga lista, han tomado la postura, superior a la religión o credo, de oponerse a lo que está mal hecho y esto no es por otra cosa que por el amor a la vida, por la indignación que produce la violencia hacia los pobres y desamparados, por la injusticia con la que el sistema resuelve las cosas.

                Desafortunadamente la iglesia protestante en México está más preocupada por el culto del domingo, por los congresos, por la siguiente asamblea distrital, y de ninguna manera está mal, pero está cambiando su primogenitura por un plato de religiosidad y liturgias, a los “líderes” les interesa más decirle a los chavos que no escuchen All Apologies ni La era esta pariendo un corazón, que fomentarles la información y la crítica, insisto que tampoco está de más el fomentar el civismo, el fomentar ser buen ciudadano y buen cristiano, pero eso es un deber, como orar es un deber, no es una acción por cambiar el entorno. Cristo no se sentó a orar solamente, no se limitó a cumplir con la ley, a Pablo no le bastó con reconocer a Cristo sobre su religión Judía. Ellos hicieron algo.

                ¿Qué hacer? Algunas personas piensan que manifestar su indignación nos pondría en una postura de rebeldía o de resistencia a la autoridad, pero esto no es de ninguna manera contrario, en este escrito no quiero ponerme hermenéutico, pero en un sistema democrático como el mexicano la autoridad recae en los ciudadanos, en el pueblo, no en el presidente de la nación, él ha sido investido con un poder que le damos por medio de una elección, este designa a sus colaboradores, su gabinete, lo hace por voluntad y sin consultar a los ciudadanos lo cual se entiende porque en teoría el presidente y los gobernadores, diputados y senadores hacen la voluntad de los ciudadanos que tenemos un contrato social con las leyes, esto es la constitución y etcétera, pero hay que ser tajantes, ni el presidente, ni los diputados, ni los senadores, ni el gabinete del presidente, ninguno de ellos es nuestra autoridad, en sentido más estricto, nuestra autoridad es el contrato social y este es el que ha sido quebrantado.

                Los protestantes, evangélicos y cristianos en general, somos ciudadanos, somos parte del pueblo que en una democracia es la autoridad, no veamos de manera dogmática al presidente y demás como nuestra autoridad, con eso podría quitarse un poco el sentido de "falta a la autoridad" que tenemos arraigado como pueblo cristiano. Entendiendo esto el compromiso aumenta pues somos responsables, en general el pueblo e incluidos los evangélicos, de haber dejado crecer este sistema que se ha salido de las proporciones tolerables, si es que este tipo de injusticias son tolerables en alguna medida. Nuestros hermanos también han sido perseguidos, desaparecidos y ejecutados, sin irnos a las persecuciones históricas tenemos Acteal en la que los ejecutados por paramilitares armados por el gobierno, eran evangélicos y los inocentes que fueron inculpados por el hecho también eran evangélicos, no hicimos nada.

                Otra cuestión a dilucidar y que corresponde a los ministros cristianos, es la cuestión política, nuestras leyes establecen que las religiones y específicamente los ministros registrados en la SEGOB, no deben incurrir en actos políticos, pero de ninguna manera recomiendo tal cosa y solo se necesita echarle un vistazo a los artículos 24 y 130 constitucionales para ver que no hay mayor problema con tener y externar una postura de censura a los hechos de Ayotzinapa dentro de los márgenes de la ley.

                Hemos guardado silencio, un silencio lastimero casi pusilánime, hemos sido indiferentes ante el dolor de nuestros hermanos mexicanos, nos hemos conformado con repetir como periquitos famosas sentencias como “debemos ser luz entre las tinieblas”, “oremos por ellos”, “hagamos lo que nos corresponde para poner el ejemplo”, “busquemos la voluntad de Dios”, “prediquemos el evangelio”, eso es lo mínimo y lo básico que debemos hacer. Orar, ayunar, interceder… son deberes que ya, en teoría, hacemos, pero qué más, qué sigue, o nos conformaremos con hacer solo lo que nos corresponde como siervos malos.

                Los partidos políticos nos han quedado mal, las comisiones de derechos humanos también, lo escribo como ciudadano y a título personal, no logran representar nuestro interés de justicia y rendición de cuentas por parte del gobierno ni de ellos mismos. Actualmente en México se necesitan alrededor de 220 mil ciudadanos para constituir un partido político, los protestantes evangélicos en la ciudad somos más o menos 475 mil según el INEGI, no quiero decir que constituyamos un partido o dos, lo que pretendo ejemplificar es que ya somos una fuerza ciudadana tangible que no se organiza y que más bien se aísla en sus “cotos de poder” llamados denominaciones, de las cuales las más grandes son El Concilio Nacional de las Asambleas de Dios A.R. y la Iglesia Nacional Presbiteriana A.R., esto no es a manera de crítica o reclamo, entiendo perfectamente la postura apolítica que se debe mantener para no violentar el Estado Laico, lo que no entiendo es la postura de indiferencia que esto ha producido al interior de las congregaciones.

                Son nuestros jóvenes los que se encuentran bombardeados de información en los medios de comunicación masivos, en las redes sociales, ellos son miembros de universidades y colectivos culturales, son ellos quienes seguramente están ávidos de encontrar una postura en la institución más importante después de la familia, su congregación o bien La Iglesia, no solo los jóvenes están al garete de esto, los padres también, de cierto no sé qué postura encuentran, lo que sí sé es que esos jóvenes ya están manifestando su inconformidad con los hechos de Ayotzinapa a veces sin la certeza de que están haciendo algo bueno, por el miedo que puede imponer el dogmatismo.


                Organicemos una fraternidad de evangélicos en la que se aborden estos temas, en la que se generen posturas y manifiestos, en la que se aproveche la experiencia y la formación profesional de los miembros para realizar contenidos de actualidad y estos sean difundidos, en paralelo hagamos foros en los que miembros destacados de diversas denominaciones respondan dudas referentes al tema y así tomen posturas en relación a los mismos, fortalezcamos los grupos de jóvenes para que entiendan bien su participación cívica fuera de las congregaciones y mientras organizamos todo lo anterior, lo urgente es que salgamos a la calle de forma pacífica identificados como protestantes evangélicos a manifestar nuestra indignación y nuestra solidaridad con el dolor de los familiares de los 43 seres humanos que han sido víctimas de un crimen y que como ciudadanos que también somos esperamos que los encuentren con vida y se esclarezca este asunto.