martes, 11 de agosto de 2015

El verano es puro cuento...


Un rombo dibujado en el piso lleno de canicas, un charco lleno de ajolotes en la milpa del abuelo y una comida llena de quelites y quintoniles, esas eran las facetas de mis vacaciones de verano, cuando niño. Eso, además de las aventuras que implica ser un cachorro urbano en la ruralidad de fines de siglo, se alargaba hasta dos meses completos en aquellas épocas.

  Aburrido, pero de ninguna manera. Siempre eran experiencias nuevas, desde transportase en un carrito de mulas, hundir los pies desnudos en el barro lodoso, montar a un mega cerdo de cuatrocientos kilos y terminar siempre con aspecto de cavernícola. El tiempo pasa, los niños crecen, las vacaciones se acortan y los charcos se secan.

  Para estas agonizantes vacaciones de verano de mis hijas, no pudimos concretar una salida de esta exacerbada pero hermosa Ciudad de México, aun mantengo familia en las ruralidades cercanas a Toluca pero la provincia en sus afanes modernizadores ya no es lo mismo que antes. En la búsqueda de actividades nos encontramos con el ciclo de ópera para niños La ópera es puro cuento… y el ballet también de la cual en lo personal no esperaba mucho, pensé que nos enfrentaríamos a intentos lúdicos de acercamiento a las artes, pueriles, pero no fue así, la primera puesta en escena fue El retablo de Maese Pedro, obra musical para títeres de Manuel de Falla, la cual está adaptada y dirigida para niños, y sus papás, no solo es entretenida, también es de una calidad impecable, la escenografía e iluminación son buenas, la musicalización de gran calidad y el talento en el escenario fue permanente. Pensé que habría un momento durante los setenta minutos en el que mis hijas mostrarían algún aburrimiento, no fue así, esa hora y diez minutos pasó volando, logrando divertirnos y proporcionándoles a mis hijas una experiencia única y por lo visto también fue la primera vez que muchos de los adultos presentes accedían a un espectáculo cultural de esta índole.

  Ese mismo día compramos los boletos para los siguientes títulos operísticos y para el ballet de cierre. Presentarían El doctor Milagro de Georges Bizet; La flauta mágica… según Papageno, adaptación de la ópera de W.A. Mozart; Las aventuras de Pinocchio, ópera basada en la novela de Carlo Collodi y el espectáculo para ballet Cri-Crí, escogimos a Mozart y a Cri-Crí.

  Algunas arias de La flauta… son muy socorridas en casa, como La reina de la noche y el dúo de Papageno y Papagena, eso y la calidad observada en la ocasión anterior nos tenía en expectativa y el día de la presentación al filo de la butaca. A la luz del tiempo transcurrido desde mi niñez recuerdo haber asistido a los espectáculos de moda, al circo por ejemplo, el Atayde y el de los Fuentes Gasca, al famoso Disney On Ice, a Reino Aventura para mirar a Keiko, los cuales me emocionaron y se impregnaron en mis recuerdos, en fin, en esta ocasión le tocaba a mis hijas y Papageno comenzaba a narrar la historia y la piel ya estaba erizada, de los ciento cincuenta minutos  que dura la obra original fue inteligentemente condensada a la mitad ponderando el amor, la valentía y la victoria; el talento de los músicos y de los cantantes hizo gala en el escenario, el disfrute de una de las mejores obras de Mozart, en vivo, fue de las mejores experiencias que da la vida. Salimos del Teatro de las Artes en el CENART, todavía tarareando y marcados por la música del genio de Salzburgo.


  El domingo pasado tocó ballet, mis pequeñas están ampliamente familiarizadas con el género por lo que la emoción fue intensa, la música de Cri-Crí siempre será un referente para la infancia de los chilangos que disfrutaron de veintisiete años ininterrumpidos de su programa de radio, además los arreglos para convertirlo a ballet corrieron a cargo del legendario  Eugenio Toussaint, la coreografía fue a cargo de José Luis González y ejecutada por la Compañía Nacional de Danza del INBA, con un vestuario más bien moderno y liberal los bailarines brincaban y revoloteaban por todo el escenario al compas de El ratón vaquero, El negrito bailarín y casi hora y media de música del compositor mexicano para niños, la experiencia fue genial y lo que eso deja en el imaginario de los niños es vital para un desarrollo integral de su cerebro, la música es un elemento que no debiera faltar en las actividades de los niños mexicanos, sin embargo no es así.


  También espero otorgarles a mis pequeñas el acercamiento con la naturaleza de este país, con su flora y con su fauna, con sus paisajes memorables y sus innumerables sitios naturales de excepcional hermosura, pero por lo pronto han tenido un verano que marcará su personalidad y que aportará a su desarrollo un elemento que, espero como padre, permanezca de forma indeleble en su alma, la música.